En una arrogancia típica humana, nuestros gobiernos post revolucionarios se han encargado de perpetuar nombres de hombres, de mujeres, de hechos, de tratados, de frases que con el objetivo de penetrar un frágil sentimentalismo popular, han consolidado hacia el contexto social los logros frutos de una lucha armada; de igual forma esa lucha, la han abrazado para abanderarse ante las masas y justificar el sistema de gobierno y el Estado de Derecho que asoma desde tiempos de La Reforma.
Los discursos oficiales son en ese sentido, maravilloso paréntesis que bien pueden descifrar un mensaje no dicho y una aseveración jamás pronunciada.
En 1975, el Presidente del país, Luis Echeverría Álvarez, al inaugurar varios Ingenios modernos en la industria azucarera da pauta para que ese fenómeno se haga presente.
La información autorizada es como sigue: “Al iniciar operaciones los Ingenios “Presidente Benito Juárez”, en la Chontalpa de Tabasco, “Ponciano Arriaga” y “Alianza Popular”, en el Estado de San Luis Potosí, se aumenta la capacidad de producción de azúcar de nuestro país en 180,000 toneladas por año.
En esta zafra en que inicia sus operaciones el ingenio Presidente Benito Juárez (18 de marzo de 1975), han iniciado la elaboración de azúcar otros dos nuevos ingenios, el Ponciano Arriaga y el Alianza Popular, situados ambos en el estado de San Luis Potosí.
El primero de ellos lleva el nombre de un gran liberal mexicano, oriundo de ese estado.
Habiendo cinco años después de Don Benito Juárez, posteriormente compartió con él penas y glorias.
En efecto, lo acompañó tanto en el destierro en los Estados Unidos como en la integración del Plan de Ayutla, que dio lugar al derrocamiento de Santa Anna.
Consideramos que el haber sido presidente de la Asamblea Constituyente y haber presidido la comisión que llevó a cabo la elaboración de lo que finalmente dio lugar a la Constitución de 1857, fue uno de los trabajos más relevantes de Don Ponciano Arriaga.
Uno de los problemas que más le preocupaban a Ponciano Arriaga, era el del campo.
En efecto, vamos a transcribir uno de sus razonamientos sobre el tema: “Las ideas políticas tienen un gran valor y son base ideológica sobre la cual debe constituirse la nación, pero de nada valdrá el consagrarlas y adaptarlas si no profundizamos en la realidad económica y reafirmamos la estructura material que creó la explotación de los abusos sin cuento y de las humillaciones que sufren los hombres del campo”.
Que fácil es ver ahora la enorme verdad que encierra este pensamiento de Don Ponciano Arriaga, pero que difícil era admitirlo hace más de un siglo y que gran valor se necesita para proclamarlo.
Es por eso que los que trabajamos para la Industria Azucarera, tan relacionada con los problemas del campo, estamos orgullosos de que el nombre de este gran mexicano honre a uno de nuestros ingenios.
Por otra parte, en la época de Don Benito Juárez y Don Ponciano Arriaga, la situación internacional adversa por la que cruzaba México, exigió la creación de una verdadera Alianza Popular.
La situación que prevalece en la actualidad, nos obliga a formar una Alianza Popular poderosa, que nos permita avanzar de prisa en nuestro proceso político-económico, superando resistencias internas y a las fuerzas que se oponen a la Revolución Mexicana.
Necesitamos esta Alianza Popular para consolidar lo logrado y simultáneamente avanzar.
No es fácil esta tarea, pero los mexicanos, a una sola voz, integramos cada día con mayor ímpetu es Alianza Popular, que tantos beneficios nos traerá el día que la logremos a plenitud.
Por esta razón, es que se ha denominado Alianza Popular al segundo nuevo ingenio construido en el Estado de San Luis Potosí”.
El Alianza Popular es orgullo regional, y la verdad, en lo personal, hubiese deseado un origen aunque fuese romántico y no éste, tan trillado discurso político, tan aplaudido como la “democracia” misma.
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