miércoles, octubre 06, 2010

VENDEDOR ECUESTRE


“Oficio No. 216
Ciudadano
Presidente Municipal
AXISMON.

“Se ha presentado a esta Presidencia Municipal a mi cargo el C. Coronel Teófilo Castro, manifestando que en ese Municipio de su digno mando reside un individuo de nombre Vitolo Vidal quien le ha vendido al Sr. Marcelino Castillo un caballo oscuro y que dicho caballo es de la propiedad del Coronel Castro.
Dando por resultado que el Coronel Castro tan luego como reconoció su caballo, se lo recogiera al ya referido Señor Castillo; y para los trámites siguientes pide a esta Presidencia se dirija, como lo hago a esa de su digno mando, para que por su orden sea consignado a esta de Tamasopo al ya citado Vitolo Vidales, quien tendrá que aclarar la manera de cómo se hizo dueño del caballo a que nos hemos venido refiriendo.
Muy agradecido por la atención que se sirva dar a la presente, me es grato manifestarme de Usted Compañero y amigo.

Villa de Tamasopo, S.L.P. a 31 de Julio de 1930
El Presidente Municipal Interino
Arnulfo Zamudio.
Srio. Provisional
Del Castillo”.

Tal vendedor Vitolo Vidales nunca apareció para aclarar como adquirió el caballo oscuro propiedad del Coronel Teófilo Castro; vecino de Tambaca.
Por tanto, Marcelino Castillo perdió los centavos que diera a cambio por su compra a ciegas.
Casos como el anterior fueron abundantes en esas primeras décadas del siglo XX, timadores sinvergüenzas que sin medir consecuencias se apropiaban de lo primero que veían; otros tanto, circulaban en el tren usando el trayecto de Micos a Tambaca, en la corrida nocturna. Situaciones que hasta chuscas se tornaban cuando eran aprendidos y se declaraban inocentes aún con todas las pruebas y testigos en contra.
Seguramente Vitolo Vidales pronto se enteró a quien le había causado el daño y por miedo, no al castigo de Ley sino al Coronel, se hiso “ojo de hormiga” y buscó nuevos aires para perderse entre otros comunes rostros y esperar la oportunidad de nuevamente, reincidir en sus actividades delictivas.
Tambaca y Rascón fueron dos lugares comunes en donde los tipos éstos, movían sus “mercancías”, incluso se daban el tiempo para hacerlo casa por casa, contadas ocasiones el perjudicado lograba recuperar sus pertenencias. Creerá usted que hasta la ropa interior desaparecía de los tendederos.

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