“En el Municipio de Tamasopo, S.L.P. a los 17 días del mes de agosto de 1939, siendo las diez y media de la noche, miembros del H. Cuerpo de policía del vecino poblado de Agua Buena, presentaron ante el suscrito al C. Odilón Méndez, al cual se le hacían cargos de contrabandista de alcohol, el suscrito en cumplimiento del deber comisionó al C. Comandante de Policía, para que decomisara dicho contrabando, el cual resulto que eran latas vacías, en número de 30 y las que ordene fueran depositadas en la casa del C. Refugio Vargas, según declaraciones del Sr. Méndez, esas latas le fueron vendidas por el Gerente del Ingenio de Agua Buena Dr. Perkins, y las que llevaba con destino a Cárdenas en busca de reparaciones, agrega el citado Sr. Méndez que el C. Presidente Municipal de Agua Buena se dio cuenta del cargamento en cuestión, solamente que el empleo la noche para sacar el cargamento por poder solos en esa hora hacer uso del armón de transportes.
Según las declaraciones del Sr. Méndez, el suscrito cree firmemente que no existe causa que seguir, pues las declaraciones han sido confirmadas con el citado cargamento.
Por lo cual cumpliendo con un deber de Autoridad doy el aviso correspondiente, para los fines a que halla lugar.
Sufragio Efectivo, No Reelección.
Villa de Tamaspo, S.L.P. agosto 18 de 1939.
El Presidente Municipal
Arnulfo C. Zamudio”.
Valientes policías que atrapan a cualesquiera que se denote con anormalidades en su deambular, más si lo hace en horas nocturnas, sospechosos solitarios e indefensos. Imagínese usted la situación, los felices guardianes del orden quizás hasta brincaban orgullosos por atrapar un pez gordo con las manos en la masa, quizás hasta pensaron en un aumento en el salario, un ascenso en el trabajo, la felicitación y palmeo del jefe.
Al comprobarse la inocencia del señor Odilón Méndez, al siguiente día a medio día, le sacan de tras las rejas y le regresan su montón de latas y solo le piden se marche; no hubo disculpas, solo irónicas sonrisas y un seco “cuídese”.
Mientras tanto Méndez solo lamentó la pérdida del tren nocturno del día anterior y se dispuso, con humilde tranquilidad, esperar el transcurso de las horas hasta el paso del tren que le permitiera trasladarse a Cárdenas con todo y latas.
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