LA PARCELA ESCOLAR EN SAN NICOLÁS DE LOS MONTES

En Noviembre 2 de 1941, es electo el nuevo Comité para que se haga cargo de la Parcela Escolar en San Nicolás de los Montes, pero su anterior Presidente de Comité, se niega a entregar dicha parcela, y sostiene su actitud por varios meses, argumentando que se le paguen los trabajos realizados, en contraparte los vecinos no aceptan pues este señor de apellido Castillo, ha disfrutado de la parcela como si fuera patrimonio personal sin entregar réditos por ello.
El 10 de enero de 1942, ante el Presidente Municipal Pascual Martínez Trejo, el señor Fidencio Castillo se niega a entregar dicha parcela que trabaja desde hace tres años y asegura que el Comisariado Ejidal se la dio como parte de las compensaciones a sus servicios como miembro del Consejo de Vigilancia. Éste señor Castillo además fungió como Juez Auxiliar de San Nicolás de los Montes desde inicios de 1941 hasta el día 5 de enero de 1942, sustituido por Candelario Juárez.
Como transcurren las semanas y el susodicho no entrega la parcela, a pesar de tener todo en contra, sin más apoyo que el de su necedad, pasan completamente el caso a la Presidencia Municipal, pero igual, oídos sordos, le llaman infinidad de ocasiones y nunca asiste, cuando se viene abajo su versión al involucrar al Comisariado Ejidal y entender que su influencia al interior del grupo ejidal se ha terminado retoma su primer versión; que le paguen sus trabajos realizados en dicha parcela.
Para resolver el asunto intervienen con actitud intolerante y cansada de las burlas las autoridades municipales y hacen partícipe a Juan Chavira, por parte de la Liga de Comunidades Agrarias y el Departamento Agrario de San Luis Potosí, así, con injerencia de ese nivel el señor Castillo ahora se hace la víctima y se dice lesionado económicamente al haber tomado dicha comisión.
Sin más argumentos, entrega lo que no le pertenecía y de paso, se gana la advertencia de acciones legales. Y colorín colorado, el castillo ahí, desparramado. Es increíble como la existencia de personajes similares ponen al límite nuestra paciencia, cordura, tolerancia y, ¡caramba, pero qué necesidad!, esa hambre de tierra, de poseer más, de quitarle al prójimo; en esta caso algo colectivo.