SOBRE AMNISTÍA PRONUNCIADA

“A los Campesinos y Trabajadores del Estado.
Consciente de mi deber y perfectamente compenetrado de las amplias garantías que el C. Gral. De Div. LAZARO CARDENAS, Presidente de la República, ha venido otorgando a todos aquellos elementos que, engañados por individuos sin escrúpulos y desafectos al Gobierno legalmente constituido, se encontraban en actitud rebelde, quienes convencidos más tarde del grave error en que habían incurrido, hoy están al lado de sus familiares, dedicados de lleno a sus trabajos y gozando de las garantías y consideraciones por parte de las Autoridades Civiles y Militares, y, estimando no ser una causa justa la que persiguen; HAGO UN LLAMAMIENTO CORDIAL Y SINCERO a todos y cada uno de los que continúan en la misma actitud, para que la depongan y se presente desde luego a las autoridades, seguros de que, como el Cnel. Mateo Hernández Netro, Leobardo Magaña, Sanos Ramos, Luis Lárraga, Jesús Jaramillo y otros muchos JEFES, que gozan actualmente de toda clase de consideraciones, USTEDES al hacerlo también, pueden estar completamente confiados de que en nada se les molestará, de que tanto las Autoridades Civiles y Militares, les proporcionarán las facilidades para regresar a sus hogares a fin de que puedan llevar una vida de orden y de trabajo.
Un caso que habla elocuentemente de la magnanimidad del EJERCITO NACIONAL, es lo siguiente:
PRISCO MARTINEZ, quien en reciente combate cayó prisionero en poder de las fuerzas federales, gravemente herido fue transportado inmediatamente a C. del Maíz, a fin de que se le impartieran los auxilios médicos necesarios, en vez de procederse con energía como en estos casos se acostumbra.
También quiero hacer notar, de manera muy especial, que existen algunos individuos que vienen desarrollando en todo el Estado una labor SEDICIOSA, de INCIDIA y DESORIENTACION entre las masas CAMPESINAS y los TRABAJADORES, y es por ello que aprovecho esta ocasión para recomendarles que no se dejen engañar sino que por lo contrario, permanezcan adictos y LEALES al Gobierno y presten toda su cooperación, franca y decidida a las autoridades.

COLONIA A. OBREGON, S.L.P., A 11 DE AGOSTO DE 1938.
GENERAL DE BRIGADA
ILDEFONSO TURRUBIARTES”.

Para esta fecha, ya eran pocos los aliados de Saturnino Cedillo, el movimiento de adhesión en la zona encabezado por el Mayor Pedro Izaguirre no había durado más de 15 días, y se desvaneció con el primer ofrecimiento de la amnistía, misma que el mismo Izaguirre abrazara reconociendo la incapacidad para sostenerse en ello, días más que difíciles con una plaza ocupada por las fuerzas federales al mando del Capitán Francisco Martínez Arvizu, ello en el mes de Mayo, y aunque la zona estaba segura, no dejaban de escucharse rumores de las repentinas apariciones de los alzados cedillistas, había temor en la población, la dinamita que poseía el Ingenio se trasladó a la Presidencia de Tamasopo para su resguardo, en Agua Buena se vigilaban día y noche sus accesos con hombres armados, en San Nicolás de los Montes la gente se encerraba en sus casas cuando veía jinetes extraños, la gente que había en meses anteriores abandonado esas filas rebeldes sufría un sutil hostigamiento social, casi callado pero permanente, tanto así que habrían de girar la queja ante las autoridades estatales quienes, apresuradamente le hacían notar al Presidente Municipal esas contrariedades ordenándoles otorgar todo tipo de garantías a los indultados; indudablemente, un gran tema el movimiento cedillista en la zona, la participación de Izaguirre, el engaño que le permitió levantarse en armas con 150 hombres; principalmente de Agua Buena, su estadía por la sierra y sus pasos cercanos en Cuesta Blanca y La Gavia, su declive y su rápida pérdida de poder, hasta que en los primeros días de Agosto, justo antes de que se publicara la Carta de Invitación a abrazar la amnistía, girada por Turrubiartes, fuese muerto de un balazo cuando en reunión de azucareros, sin ser invitado si quiera, irrumpiera montado a caballo disparando al Comisionado enviado por el Sindicato Nacional de Azucareros quien, al sentirse agredido, desenfunda su arma y le bastaría un solo tiro para herir de muerte a Izaguirre, quien minutos después muere a las afueras del edificio del gremio.