viernes, enero 01, 2010
TAMASOPO: RUTA TRASHUMANTE
Desde finales del siglo XVI, el territorio que ocupa el ejido de Tamasopo; incluyendo la cabecera, fue sitio de pastoreo que ganaderos de Querétaro y Guanajuato, usaban para temporalmente alimentar su ganado que en manadas y vigiladas por cuadrillas de vaqueros atravesaban la región.
Desde entonces, se le nombra como “los potreros de Tamasopo”, lugar visitado cada año por estas cuadrillas ganaderas que, proseguían su camino entre la selva húmeda y tupida junto a los pastizales que crecían enormes frente a las riveras de ríos y arroyos.
Esta ruta trashumante iniciaba en las haciendas de los ahora Estados vecinos de Querétaro y algunas más de Guanajuato. Partían de ellas y se adentraban por la semi aridez de la Sierra Gorda para enfilarse rumbo a la Sierra Madre Oriental en donde se internaban para después llegar a la planicie costera del Golfo de México y de ahí girar del Este hacia el Norte y continuar con esa dirección; tenían siempre como punto final de la travesía la ahora ciudad de Monterrey, y de este punto retornar.
Al ser receptora del movimiento trashumante, Monterrey experimentó un crecimiento económico muy sólido, pero igual, los problemas originados por las nutridas manadas terminaban en pleitos legales debido a invasiones de propiedades particulares, daños a cultivos vegetales, desacuerdos y acuerdos incumplidos en los procesos de compra-venta, entre otros, ello propicia las condiciones para que emerjan leyes y normativas que no solo regulaban la actividad misma sino que, permitió a las autoridades incrementar considerablemente sus ingresos por conceptos de impuestos.
Esta situación trashumante se prolongó hasta muy entrado el siglo XIX, condición que privilegió a la región pues representaba abundante comida y bebida accesible para el ganado, de ello, los dueños de los terrenos siempre obtenían jugosos dividendos por el simple concepto de derecho de paso. Menciono los dueños pues al transcurso del tiempo, los potreros de Tamasopo tuvieron varios propietarios los cuales jamás se preocuparon por establecer un centro de población o algo similar, lo único que les interesaba era el atractivo pago por el pastoreo temporal que se presentaba dentro de sus extensas propiedades.
Estos potreros, de enorme riqueza natural, constantemente se veían involucrados en pleitos y litigios por personas que pregonaban ser los auténticos dueños; claro que, atrás de ello se encontraban los nada despreciables ingresos por permitir el “libre acceso” al ganado siempre hambriento y sediento.
En el Archivo General de la Nación, en el Grupo Documental Tierras, se encuentran expedientes de 1754 y 1756 en donde se manifiestan las reclamaciones de dueños solicitando amparo ante la invasión, despojo o abuso de poder al adjudicarse extensiones dentro de determinadas haciendas; entre ello, el potrero de Tamasopo.
Con el fin de acercar más la fuente original cito, Vol. 789, expediente 3, folio 8. Año 1764.- Aquismón.- Feliciano López, a nombre de los poseedores de la hacienda de Buenavista, sobre posesión de los potreros de Maitines, Tamasopo y Tampasquid.
Vol. 2720, expediente 12, folio 180, años 1754-1756.- Santiago de los Valles.- Autos seguidos por el doctor Manuel Antonio de Rojo y Vieira, canónigo de la iglesia de México, dueño de las haciendas nombradas San Diego de la Trasquila y la Ciénaga de Cárdenas, en términos de esta jurisdicción, contra los herederos de José Velasco y Tejeda, dueños de la nombrada Amoladeras; sobre propiedad del potrero de Tamasopo.
Entre pleitos, acuerdos, arrendamientos y compensaciones, Tamasopo potrero continúa su lenta transformación siendo receptora de miles de cabezas de ganado que lo atraviesan rumbo al Este y de otras tantas que más permanentemente, se alimentaban en la fértil vastedad surcada por entonces abundantes cauces de cristalinas e incitadoras aguas.
Como podemos apreciar, Tamasopo es turístico desde remotos tiempos, claro, al inicio solo lo visitan vacas y bueyes, pero también su presencia generaba espléndidas divisas.
Esta trayectoria utilizada por los hacendados ganaderos es importante no solo en lo económico, también, aporta a las tradiciones pames un elemento fundamental en una de sus manifestaciones comunales: El día de los fieles difuntos.
En éste tradicional evento celebrado el día último del mes de Noviembre, la costumbre dicta compartir entre la población, durante la manifestación festiva, caldo de res. Ganado conocido por la étnia solo gracias a ese movimiento trashumante y que muy temprano adoptan en su ritual, claro que, la gran interrogante es ahora si el caldo elaborado lo hacían con otro animal y cuál era ese animal.
Muy posiblemente se trataba del Tanzú, cuadrúpedo endémico que existió en el área que se encuentra entre la Sierra Madre Oriental y la Sierra Gorda, una especie similar a un venado pero muy pequeño y que su extrema captura lo llevó a la extinción.
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