INCENDIO EN INGENIO RASCÓN

“Febrero 17, de 1939.
C. Presidente Municipal
Agua Buena, S.L.P.
Por medio de la presente nos estamos permitiendo hacerle de su conocimiento que con fecha 16 del presente, se registró en este lugar un incendio quemando varias casas de los trabajadores y cuatro de las principales casas comerciales, calculándose una pérdida total como de $30,000.00 treinta mil pesos, pues por más esfuerzos que hicimos no nos fue posible sofocar el fuego por motivo a que carecemos del servicio de agua potable.
Por tal motivo y en virtud de que también a la Empresa se le incendiaron las Oficinas, esta ha presentado una demanda en contra de quien salga responsable de tal incendio sin tomar en cuenta que solo un accidente, por ese motivo suplicamos a usted que no tome en cuenta dicha demanda que se nos presenta, sino que por el contrario acusamos al Sr. Ángel Torres, de haberse negado a prestar la ayuda y cooperación para evitar la total destrucción de las casas mencionadas, concretándose solamente a decir que eso no tenía importancia, que ay se apagaría solo.
Por lo que nosotros hacemos estas aclaraciones, es porque tenemos la seguridad de que sabrá ponerse en el lugar que le corresponde, y dar la justicia a quien le corresponda.
Sin otro particular reiteramos a Usted nuestra atenta y distinguida consideración.
“POR UNA SOCIEDAD SIN CLASES”
Por el Comité Ejecutivo Local.
Primitivo Contreras.
Organización y Propaganda, J. Jesús Morán.
Correspondencia y Acuerdos, Adolfo Alva Millán”.

Efectivamente, el señor Ángel Torres en representación de la Compañía Continental, S.A. solicitaba al señor Amado Olguín, Juez de Ingenio Rascón, hacer una investigación del hecho para encontrar al autor del incendio y que se consignara a la autoridad competente pues argumentaba “haber sido grandemente perjudicada esta Empresa con el fuego ocurrido esta mañana perdiendo cinco casas incluyendo la Oficina General de la Cía.”

Hubo fuertes rumores que insistían en señalar como autor intelectual del incendio al mismo señor Torres, quien recibía órdenes directas de J. R. Roane, quien aún molestísimo por las acciones originadas por la Dotación Ejidal en donde perdieran sus inmensas propiedades, continuaba obstaculizando el desarrollo del naciente ejido y de la Sección 92 azucarera; pues no toleraba los rostros de quienes habían sido sus empleados, obreros, peones, y que ahora se ostentaban legalmente como los dueños de todo lo que antes fuera de él.