jueves, abril 30, 2009

ORDINARIO/EXTRAORDINARIO


Los nuevos valores políticos creen que la actividad ejecutada en las campañas políticas son cosa fácil, que con la experiencia de los viejos y su capacidad, sumado a ello los recursos económicos lo son todo. Pero que tan cierto es lo anterior.
La política es política, pero habría que reconocer que cada campaña es diferente y habría que abordarla en base a una experiencia pasada y con la adhesión de nuevas actitudes y modalidades pues también el ámbito electoral evoluciona; situación no asimilada por las viejas generaciones que ya perdieron sus cotos de poder y que no han podido allegarse de la romántica generación joven que pretende espacios, un respaldo absoluto.
Ya no bastan los clásicos amarres, las alianzas membretadas o los acuerdos sectoriales, la efectividad del proceso depende en gran medida, del alcance de las estrategias planeadas con el grueso popular, de las actividades vaciadas con ellos, los que votan, con las mayorías; líneas de trabajo que deberán “confiarse” al pueblo mismo para que las desarrolle con su misma gente.
La campaña política deberá hacerla el pueblo, entre más ordinarios sean los participantes más extraordinarios serán los resultados. Ello no incluye la coordinación ni la implantación de las medidas, el pueblo solo deberá concretarse a desarrollar lo sugerido por sus Coordinadores.
Se gana con votos, entonces se tendrá que descender la estructura activista para que ésta surja del sector del cual se desea obtener gran cantidad de adeptos; en cada punto demográfico deberá implantarse una célula y deberá inyectársele continuamente nutrientes para su crecimiento ideal y que eso permita una excelente cosecha de frutos, claro que el tiempo es un factor en contra, ahora duran menos, total que en dos meses ni la alfalfa se logra.
Los actores políticos precavidos poseen “redes” especiales en cada distrito electoral, pero éstas pierden efectividad cuando el coordinador o patrocinador de las mismas no es el candidato, aunque éste pretenda negociar posiciones basándose en el respaldo de “su gente”, al final, si no sabe balancear los beneficios de la negociación, perderá el control de sus equipos.
La actividad política es una batalla campal, entonces entre más elementos comunes se integren más probabilidades existirán de obtener la victoria, integrantes populares dirigidos, orquestados, armados y disciplinados con objetivos en común, con planes claros, sencillos y precisos; un equipo que apunte a la misma dirección.

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