viernes, enero 01, 2010

DE MOCHILA EN TAMASOPO


El municipio de Tamasopo, ubicado en plena Sierra Madre Oriental, es por mucho, el lugar más visitado en la huasteca potosina por turistas que degustan la aventura y el sano esparcimiento en contacto directo con la naturaleza.
Tamasopo, joven entidad con enorme y legendaria tradición azucarera es receptor de miles de visitantes que en periodos vacacionales y fines de semana, arriban a este paraíso con la firme convicción de derrocharse emocionalmente ante la majestuosidad de los parajes y vistas que gracias a las abundantes corrientes de agua subsisten.
Cuando visite Tamasopo recuerde que existen muchos parajes que le esperan con los brazos abiertos, no admita; de ninguna manera, que le cautiven en un solo sitio, que le encierren dentro de un amplio complejo turístico. Tamasopo le ofrece gran cantidad de opciones, solo administre su estadía y podrá tener la oportunidad de disfrutar varios atractivos que le sorprenderán.
Si usted me lo permite, un sencillo recorrido por algunos de nuestros sitios le convencerán de que Tamasopo es todo un placer para los sentidos.
Inicie por Puente de Dios, la sensacional caminata para llegar a el, le despertarán el cuerpo del pesado viaje por carretera o por lo incómodo que suelen ser los autobuses. Para llegar aquí, parta por la calle Hidalgo en el pueblo de Tamasopo con rumbo a El Cafetal; pequeña ranchería en donde encontrará estacionamiento para proseguir a pie descendiendo por una escalinata la pendiente que sinuosa entre la nutrida vegetación se aproxima al paraje que es ideal para nadar, bucear o simplemente; para regocijarse con la más pura expresión de la naturaleza.
El segundo sugerido lugar, El Trampolín, ubicado en Agua Buena, a 4 kilómetros de Tamasopo, paraje de aproximadamente 2000 metros de longitud, que bien se puede recorrer en el auto sin dejar de apreciar el paisaje que ofrece la posibilidad de disfrutarlo introduciéndose por cualesquier vereda y asombrarse por la gran cantidad de pequeñas cascadas y pozas de poca profundidad que bajo la sombra del bosque residente, refrescan aún más la transparente agua incitadora que habrá; júrelo usted, de terminar por seducirlo.
Para cerrar un buen día, concluya en Las Cascadas de Tamasopo, mismas que encontrará a mitad de camino, cuando salga de El Trampolín rumbo a Tamasopo, a un costado de la clínica del IMSS. Lugar sumamente hermoso que cuenta con todos los servicios turísticos para su seguridad durante la estancia.
Claro que, lo anterior es solo una sencilla sugerencia, si gusta usted, una vez llegado a Tamasopo, aborde cualquier camino, el que guste; este igual habrá de conducirlo a un paraje.
Ampliamente recomendamos también, los siguientes sitios: Paso Ancho, Rincón Campestre, La Gloria, El Borrado, Las Cascaditas y El Paraíso, Campamento Olvera, Tamisaqua, Tamasopo Inn, Cabañas Aventura y Cabañas Merand, Los Pretiles, Las Islas, El Arenal, El Platanal, Las Caídas, El Chino, Cascaditas de Damián, Cascada de El Aguacate, El Vergel, El Carpintero y El Tamul.
Cierto, olvidaba la mejor sugerencia, por favor antes de venir a Tamasopo, despójese de la mentalidad cosmopolita que compite a cada instante contra el reloj, aquí el tiempo se disfruta, se deleita; obviamente, de la manera … ¡más natural!
Tamasopo no solo le ofrece divinos parajes de ríos y cascadas, apreciará también, dos iglesias coloniales franciscanas, una magnífica hacienda porfiriana, ruinas de cascos de haciendas centenarias, complejos prehispánicos y un buen número de posibilidades para practicar deportes al aire libre; lo anterior, distribuido en la amplia geografía municipal.
Ahora bien, pensando un poco en fuertes emociones o en la oportunidad de conocer sitios escasamente concurridos y otros más; extremadamente emotivos, contamos con dos cascadas que habrán de maravillarlo. A la primera le llamamos El Aguacate, mide un poco más de 70 metros de caída, se ubica en las proximidades del pueblo que lleva el mismo sustantivo y para llegar a ella tendrá que partir primero a Damián Carmona, de allí, escasos cuatro kilómetros de terracería. Es un lugar tranquilo, desconoce la afluencia turística pero convencido le aseguro que sabrán orientarlo e incluso acompañarlo para que pueda apreciar esta cascada; digna de los más exigentes gustos.
La otra, internacional riqueza que le han denominado la “Joya máxima de la huasteca potosina”, Tamul, caída de 103 metros que se forma al desplomarse el río Frío o Gallinas y caer sobre las aguas del Santa María; a partir de aquí, se le nombra Río Tampaón. El más común de los accesos a este paraje es por lancha desde Tanchachín, ruta tradicional con un poco de adrenalina; sin embargo, deseo sugerirle otra senda, con infinidad de opciones de relajamiento en su trayecto.
Para el Tamul, rompiendo la común ruta, llegue primero a Los Cuates, en el municipio de Tamasopo, de aquí continúe por la terracería rumbo a El Saucillo. Una vez en El Saucillo cualesquier persona podrá indicarle la continuación del camino rumbo al Tamul. El camino solo podrá ser recorrido por vehículos de doble tracción, nada de autobuses o autos bajos, no es que el camino se encuentre en pésimas condiciones; se trata de una pequeña y angosta carretera que vehículos ligeros y altos podrán transitar sin dificultades.
También, puede ingresar partiendo por El Carpintero a orillas del río Frío o Gallinas, ruta sensacional entre pequeños bosques, potreros y cañaverales; siempre observando el río y la gran cantidad de cascadas que lo embellecen en demasía. Igual que en la otra senda de El Saucillo, solo recomendable para vehículos de doble tracción o camionetas.
Tamasopo, municipio con enorme potencial turístico, naturaleza que derrocha majestuosidad en cada uno de sus parajes.
Al igual que otros tantos sitios, Tamasopo posee un grandioso y rico mosaico histórico que constantemente nos recuerda el equilibrio ecológico que siempre tratamos de salvaguardar.
Por mencionar, solo por mencionar, la escalinata de durmientes para acceder a El Puente de Dios fue originalmente construida para el Presidente Porfirio Díaz Mori y su señora esposa Carmelita Rubio, para que cuando estos acudieran al acto inaugural de la vía San Luis Potosí – Tampico en 1890, pudieran relajarse y extasiarse con el paraje, como parte del protocolo inaugural tenían que transitar de San Luis Potosí (ciudad) hasta el puerto de Tampico. Por razones propias del mandatario, no pudo acudir ese día y mandó a algunos ministros en su representación.
En el Trampolín, podrá apreciar modificaciones importantes que realizara la Sugar Company Río Tamasopo a finales del siglo XIX, bases fuertemente arraigadas al subsuelo, entre el río, para tender la vía férrea que llegaba hasta el ingenio azucarero, pero quizá el más importante cambio se presentó en la parte final del paraje, sitio conocido por los lugareños como “La Compuerta”, aquí es visible la transformación del terreno para desviar parte del cauce hacia un gran canal que atravesaba al barrio “Cantarranas” y llegaba hasta la factoría en donde la fuerza de su caída fue utilizada para movilizar modernas turbinas que generaban la energía requerida.
Esa modificación del medio, ofrece al visitante hermosas cortinas de agua y un nutrido bosque de encinos que se acompaña permanente por un extenso platanal.
En la proximidades de “Las Cascadas de Tamasopo”, se encuentran todavía vestigios de lo que fuera la hacienda piloncillera de Tamasopo, factoría que utilizaba una de las caídas de agua como medio propulsor de un rudimentario sistema para movilizar el trapiche.
Bastarán, eso espero, tres ejemplos para reiterar que en Tamasopo nos preocupa, desde hace mucho tiempo, el equilibrio ecológico y que sus modificaciones solo engalanan hoy en día la innegable belleza que se posee, incorporando al medio las nuevas estructuras materiales que nostálgicas aún en pié, nos gritan silenciosas su grandeza.
Cierto, también nos lastima reconocer que en el ritmo de la modernización y su industrialización, hemos pagado muy alto el precio por atentar contra los recursos naturales, cuota que no solo nos avergüenza sino que nos compromete por revertir los daños a la brevedad.
Cuando su mochila tome, recuerde que Tamasopo tiene opciones que seguramente habrán de cautivarle.

TURISMO HISTÓRICO


El municipio de Tamasopo, bendecido, agraciado, exuberante, cubierto por parajes naturales que maravillan a los miles de turistas que cada año visitan este suelo. Tamasopo, turístico por excelencia, receptor hospitalario del siempre amante a la naturaleza.
El turismo como actividad económica en la región es reciente, más no así como actividad recreativa, pues sitios como “El Puente de Dios” han sido contemplados por infinidad de personalidades desde finales del siglo XIX cuando gracias al tendido ferroviario, en El Cafetal, el tren daba un receso en su recorrido de hasta dos horas, tiempo utilizado por pasajeros especiales para visitar esta maravilla natural.
Todo inicia así, casi a punto de finalizar los trabajos de la colocación de la vía, por indicaciones del señor gobernador Carlos Díez Gutiérrez, se construye una escalinata con durmientes para acceder al sitio que ya desde entonces se llamaba “Puente de Dios”, con la finalidad de agradar el día del recorrido inaugural al Presidente Díaz Mori y señora esposa; sin embargo, estos invitados el día 16 de abril de 1890, no pudieron asistir. Total que, sin la presencia de Porfirio Díaz, el recorrido inaugural San Luis Potosí – Tampico lo efectuó el gobernador y su esposa quienes por supuesto, visitan junto a personalidades invitadas; entre ellos el Secretario de Guerra; General Pedro Hinojosa, el Secretario de Fomento; General Carlos Pacheco, el bello sitio que incluso dicen cautivó a don Manuel José Othón inspirándolo para escribir “El Himno de los Bosques”.
Este sencillo recorrido, se continuó practicando por algunos años. Por ejemplo, en 1891, el norteamericano William Henry Jackson, extasiado ante la naturaleza residente, enfocó su primitivo lente para heredar a la posteridad sensacionales imágenes que se resguardan en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América.
Otro visitante, que igual, complacido y conquistado por la belleza de esta natural joya fue el europeo Adolfo Dollero que en 1908 escribe en su diario “México al día” en la página 170, lo siguiente: “Valles es una aldea en la entrada de la Huasteca Potosina. Antes de llegar allí nos detuvimos unas horas en la estación de Cafetal en donde una larga escalera de durmientes conduce a unas grutas naturales revestidas de estalactitas que forman la delicia del turista.
El río Tamasopo perfora la montaña, formando lo que denominan los mexicanos un Puente de Dios, vista muy hermosa y de verdadero atractivo”.
Claro que, entendamos la parada en El Cafetal como un pequeño descanso debidamente planeado, por cierto, el viajero exigente podía degustar de la deliciosa comida china que una familia de orientales instalados brevemente en El Cafetal ofrecían por unos centavos, esta parentela se reubicó posteriormente en Cárdenas.

EL TRAMPOLÍN


No puede, por ninguna razón, estando en Tamasopo, dejar de recorrer 4 kilómetros para conocer El Trampolín.
Paraje boscoso en la Delegación de Agua Buena y que, tiene una extensión de casi dos kilómetros de longitud. Aquí el Río Agua Buena, con una agradable temperatura, solo es un elemento más del sitio que se engalana de verde permanente, sauces, sabinos, higuerones, palos de rosa, entre muchos árboles que se congregan tanto en el interior del río como en su entorno.
Acceder es de lo más sencillo, tome la carretera de Tamasopo rumbo a Agua Buena; recuerde que de un punto a otro son 4 kilómetros, al pasar El Puente de Oro habrá llegado a Agua Buena, en menos de 50 metros encontrará una desviación de terracería; justo a un costado del CBTA # 141, este es el inicio de su aventura.
Al adentrarse poco a poco en ese pequeño camino iniciará a sorprenderse con la majestuosidad de la naturaleza residente, la carreterita se ubica a pocos metros de la ribera así que desde su auto podrá contemplar el paraje y seleccionar el punto de su total agrado para descansar y relajarse; ya sea bajo la sombra de frondosos árboles o entre las cálidas aguas que apacibles habrán de cautivarle.
Al final de este camino, se encontrará con la construcción de un gran canal que en la última década del siglo XIX se iniciara a edificar con el propósito se conducir el agua hasta el Ingenio de la Tamasopo Sugar Company que se estableciera en la población.
La obra hidráulica fue parte vital del proyecto para generar la energía eléctrica que la fábrica necesitaba, conocida como “La Sequia”, representó por muchos años, un eslabón utilizado por los niños en su aprendizaje de natación; pues mencionado canal cruza por todo el Barrio Cantarranas, origen demográfico de Agua Buena.
Cuando llegue a este punto, podrá bajar de su auto y explorar la zona para reconocer las modificaciones físicas que el viejo proyecto implicó; claro que, integrado a la belleza natural da la impresión de un estado ajeno a la intervención humana.
Podrá observar gran cantidad de flora y apreciar gracias a la claridad del agua, los nativos peces abundantes y millares de caracoles adheridos a cualesquier superficie húmeda.
Si llegase a tener suerte, solo demasiada suerte, quizás pueda apreciar algún ejemplar de Xiphophorus Montezuma, pequeña sardina endémica con la cola muy extensa y colorida, asemejando un penacho de plumas aztecas.
El Trampolín, sirvió de puente para cruzar en las primeras décadas del siglo XX de Tamasopo a Agua Buena, aquí se construyó el paso para la pequeña vía que un legendario trenecito de la compañía norteamericana, recorría transportando plataformas con caña de azúcar hacia la Sugar Company. De ahí su nombre.

CASCADA DEL AGUACATE


De singular belleza, esta caída de agua de aproximadamente 75 metros, es un maravilloso atractivo en el Norte del municipio.
La travesía previa es toda una aventura en donde nutridos bosques de cedros engalanan la rivera, el cauce es poco profundo de tal forma que podrá ser cruzado a pie sin ningún problema. Este pequeño riachuelo proviene desde la Sierra de San Nicolás de los Montes y serpenteando entre el fondo rocoso del elevado relieve derrocha frescura en sus cristalinas aguas.
La Cascada, se forma al desplomarse un gran canal que es utilizado para regar los cultivos cañeros o bien, para desaguar los mismos en tiempos lluviosos, proyectado desde el río Frío o Gallinas por más de un kilómetro, es también vigilado por enormes árboles que han crecido en las márgenes del vistoso canal. El sistema de riego y desagüe fue construido en 1949, como una necesidad vital pues en temporada de lluvias la zona se cubría de las aguas que el Frío o Gallinas arrojan al exterior de su cauce, afectando considerablemente los cultivos; jamás se reflexionó en que esa caída se convertiría en un atractivo turístico concurrido en busca de aventura y de contacto pleno con la naturaleza.
Se ubica a las afueras de El Aguacate (de ahí su nombre), pequeña población al Noroeste de Damián Carmona, con una distancia de 4 kilómetros de camino de terracería que entre cañaverales habrán de proporcionarle una ligera idea del terreno en donde se ubica la sensacional caída.
Entonces, partirá de Damián Carmona rumbo a El Aguacate, pasará primero por El Huamuchil y posteriormente llegará a su destino. Es indispensable solicitar información a los lugareños para poder acceder sin dificultades al paraje; de no hacerlo corre el riesgo de extraviarse.
Al desviarse rumbo al sitio, bajará por un potrero hasta las proximidades del río, aquí dejará su vehículo para proseguir caminando por la orilla de la rivera hasta encontrarse con la cascada, esta caminata resulta ser parte esencial del recorrido, por casi una hora, brincará de entre las piedras para no caer al agua, andará agachando la cabeza para evitar la maleza, se aferrara a los tallos de los árboles para afianzar su estabilidad, tendrá que meterse a las frías aguas más de dos ocasiones para continuar su ruta y finalmente, apreciará la caída y respirará la brisa que constante en incansable juego, se posará en su rostro para hacerle exclamar silenciosamente, en tono de recompensa, por el esfuerzo invertido gratamente pagado.
A pie de la cascada encontrará una pequeña poza que podrá utilizar como balneario y refrescarse plácidamente, la poza no es profunda así que seguramente entre clavados, risas, brincos y juegos divertidos habrá de transformar su estancia en alegre travesía.
También, podrá sentarse en las rocas próximas a la caída y contemplar el poder de la naturaleza, la majestuosidad del impacto del agua al estrellarse en las rocas que cubiertas de musgos verdes alfombra el suelo que a la vez, resalta aún más la belleza del paraje.
El Aguacate, una de las caídas más altas de todo el Estado potosino, joya tamasopense que de esmeralda vegetal se arropa enaltecida y que rítmica en su constante descenso modifica caprichosamente la suave roca que la recibe.

CIÉNAGA DE TAMPASQUÍN


Conocida por “Cabezas”, el humedal de Tampasquín se extiende por una amplia zona en el Sureste del municipio de Tamasopo, sus aguas albergan gran diversidad de flora y fauna, peces endémicos que suelen perderse a la vista entre el exuberante mosaico vegetal que erguido desde el fondo lodoso que conduce al cauce se transforma en cómplice de los nativos peces, también es ecosistema natural del lagarto de pantano (Crocodylus moreletii), especie protegida, en peligro de extinción, saurio amenazado por actitudes ignorantemente clandestinas.
Este lagarto americano conocido como cocodrilo pardo o negro, alcanza una longitud de 2.5 metros y vive también, en toda la zona del Golfo mexicano y Centroamérica.
Su cuerpo pantanoso se extiende entre las comunidades de Cabezas, Capuchinas y Veinte de Noviembre, a partir de aquí, pierde su forma predominante y se desplaza convertido en río hacia el Sureste para concluir su recorrido en el río Santa María en donde forma hermosas caídas de poca altura.
En ese trayecto de pocos kilómetros, se forma la espléndida cascada California, cerca de diez metros de altura rompen con la idea de que los pantanos son solo aguas tranquilas que llenos de manglares fungen un importante papel ecológico y que sus residentes son temporales pues suelen desplazarse al exterior del mismo.
La ciénaga Tampasquín es un sitio sumamente hermoso, desde sus múltiples nacimientos que cristalinos transmiten la pureza del líquido que placentera y armoniosa, emergen de las entrañas de la Sierra Madre Oriental. De todos ellos, quizá el más bello es lo que los lugareños llaman “las pozas de lascuranas” cerca del Ejido Cabezas; rumbo a La Joya de los Novillos.
Para llegar a este singular humedal palustre, adéntrese por Los Cuates; ubicado en el kilómetro 38 de la carretera Ciudad Valles – Río Verde, por la terracería cañera que se proyecta al Sur, a menos de un kilómetro después de haber salido de Los Cuates encontrará la desviación del camino hacia Cabezas, una vez ahí, podrá contemplar la belleza del área que llena de flora y peces, bajo un sublime rojizo; engalanan aún más la línea de sauces que proporcionan buena sombra al visitante.
El Santuario del lagarto de pantano no es propiamente un lugar para nadar, más bien, es recomendable para quienes disfrutan conocer parajes en donde el atractivo principal es la exuberante flora e infinidad de especies animales; sobresaliendo las aves, la gran mayoría de ellas procedentes de América del Norte y de la zona del Golfo de México, mismas que residen solo en época de reproducción.

LA CASCADA DEL TAMÚL


Joya máxima de la huasteca potosina, caída de 103 metros que la convierten en la más alta del Estado potosino, aunque la versión popular sostiene que mide 105 metros, quizás por cuestiones de “redondeo”.
El río Frío o Gallinas, que nace al Norte del municipio de Tamasopo, se desplaza al Sur sirviendo de límite natural entre éste y Aquismón, surca su sendero entre la majestuosa sierra tropical que atestigua su caída uniéndose al Santa María.
Tamul, sustantivo teenek para designar al lugar donde hay cántaros, hermosos cántaros que al romperse dejan escapar torrentes de agua que ansiosa de una esperada libertad se arroja al precipicio para esconderse entre el caudal que lo recibe complacido tornándose cómplice al mudar de nombre y hacerse reconocer como Tampaón.
Indudablemente, impactó de sobremanera al maestro Fernando Domínguez que éste lo plasmó constante, como si fuese una indeleble huella en la geografía del mosaico costumbrista huasteco, una distintiva marca que enorgullece, un rasgo de identidad; un punto de referencia.
El Tamul, ubicado precisamente como frontera entre Tamasopo y Aquismón, situación que ha provocado una sutil disputa por su adjudicación. La realidad es sencilla, pertenece a ambos y como dicen los lugareños: “a según”. Refiriéndose obviamente, al lugar en donde usted se ubique. Del lado Oeste Tamasopo y del Este Aquismón.
Es Tamul por mucho, no solo joya, sino tesoro natural que como lienzo identifica nuestra huasteca en el marco internacional. Junto al zacahuil, el huapango, el xantolo, el quechquémetl, el pétob y los loros; conforman los símbolos del deseado paraíso terrenal que tanto a excéntricos como comunes, suelen atraparse por la majestuosidad extrema de la más pura belleza.
La cascada de Tamul, cuenta con varios accesos, el tradicional por Tanchachín, lugar en donde habrá de abordar una lancha para río arriba remar hasta aproximarse a la caída, sin embargo, bien se puede disfrutar el Tamul de otra manera; por la ruta Tamasopo. Adéntrese por El Carpintero, en el kilómetro 35 de la carretera Ciudad Valles – Río Verde, tras 20 kilómetros y haber tenido la sensacional oportunidad de observar múltiples bellezas que desde el camino podrá apreciar, llegará a la parte superior de la descomunal caída de agua.
Esta ruta recomendada lo es sólo si usará vehículos apropiados al terreno boscoso que con diminutos grados de dificultad convertirán la travesía en un ingrediente más del esparcimiento. Indudable es que habrá de cautivarse por completo al recorrer esos 20 kilómetros, siempre a un costado del río Frío o Gallinas, atravesará potreros, ranchos, cañaverales; descenderá de su auto para de vez en vez abrir falsetes, conocerá infinidad de parajes vírgenes que el río aún reserva para gente intrépida y que en busca ande de lugares tranquilos y relajantes.
Cuando llegue al Tamul, puede subir al mirador; lugar que le proporcionará la oportunidad de contemplar en toda su magnitud la maravilla que ha cautivado a millones de visitantes que extasiados reconocen como una divinidad la obra natural.

EL PUENTE DE DIOS


El Puente de Dios, es uno de los tantos parajes ubicados en el municipio de Tamasopo, desde distantes tiempos, ha cautivado a cuanta persona se ha postrado ante su magnánima belleza.
Es común que en nuestro país, se le nombre de esta manera a los sitios que como éste, en el trayecto sinuoso de su recorrido, atraviesen bajo la mole de la sierra; aparentando un recién y nuevo nacimiento de la afluente.
La espléndida vista en Puente de Dios proyecta, gracias a los rayos del Sol, tonalidades en el agua desde un verde turquesa hasta azules diamantinos que en combinación con la transparencia de las cristalinas y refrescantes aguas suelen incitar a los sentidos hasta convencerles, al inicio, con una tímida profanación que habrá de tornarse espléndidamente encantadora por tiempo indefinido.
En el paraje, la poza circular, de considerables profundidades, es el único sitio en toda la huasteca potosina en donde se practica el buceo, sumergirse aquí, con el apropiado equipo, además de ser terapéutico, es enriquecedor al observar los endémicos peces que entre pequeñas grietas y cavidades del fondo rocoso intentan ocultarse de lo que ellos consideran amenaza.
Otro espectacular espacio, es la escalinata de durmientes que conduce entre la nutrida vegetación al espectacular sitio, sencilla vereda de peldaños que aunque agotadora, resulta ser un preámbulo digno del paisaje que entre sonidos de aves y caídas de agua delatan su presencia al ir descendiéndola.
Para visitar El Puente de Dios es necesario llegar primero a El Cafetal; pequeña ranchería en la que encontrará estacionamiento para después tomar la escalinata que habrá de conducirlo al paraje. A El Cafetal se parte por la calle Hidalgo; a un costado de la iglesia del pueblo de Tamasopo, a tres cuadras se encontrará con una desviación a mano derecha, continúe por aquí hasta salir del pueblo, al avanzar por este camino nuevamente habrá de encontrar dos caminos; tome el de la izquierda y prosiga, tendrá que cruzar la vía del tren y algunos cientos de metros más para llegar a El Cafetal, una vez aquí, prepárese pues el mejor de los destinos turísticos, maravilla entre maravillas, atónito y encantado le arrancará vocablos de admiración.
La extraordinaria maravilla natural tiene historia por contar, por ejemplo, la escalinata de durmientes fue construida especialmente para que don Porfirio Díaz Mori y su esposa Carmelita Rubio, disfrutaran del sitio en el recorrido inaugural de aquél 17 de Abril de 1890, por compromisos propios, el señor Díaz no asiste, enviando en su representación al General Pedro Hinojosa, Secretario de Guerra y al General Carlos Pacheco, Secretario de Fomento; entre otras personalidades. A ellos se sumarían el Gobernador potosino Carlos Díez Gutiérrez y algunos invitados especiales.
Posteriormente, personajes de la talla de William Henry Jackson, Adolfo Dollero y Hugo Brehme visitan espléndidos el lugar; de ello magníficas tomas atraparon para la posteridad en sus lujosas cámaras.
De entre todos, quizás el más destacado, fue el poeta potosino Manuel José Othón de quien se dice le arrebató hermosura al lugar para inspirarse y crear su “Himno de los Bosques”.

SAN NICOLÁS DE LOS MONTES: EL ORIGEN


El legendario pueblo de San Nicolás de los Montes Alaquines surge como un grito silencioso y desgarrador, como una necesidad de consciencia satisfecha de hombres y mujeres que huyen de la opresión ejercida en las encomiendas o haciendas en donde son víctimas por un trato inhumano.

Estos primeros habitantes emigran desde las tierras vecinas de la pamería misma, pretendiendo ocultarse en las montañas altas de este recóndito sitio y con ello escapar de la represión a su libertad y a sus costumbres incestuosas que eran reprobadas por la nueva moral.

De esa forma, este lugar gana fama entre los pames alaquines que sueñan con una vida sin más compromisos que los esenciales para desarrollarse a su manera, a sus costumbres; a su estilo natural el cual formaba parte de su legado cultural.

No era un naciente pueblo en donde el libre albedrío era la primordial característica, pues una sociedad así, por pequeña que ésta sea, jamás tendrá porvenir alguno. Tampoco imperaba la ley del más fuerte; era un pequeño conjunto de habitantes que se regían por normas y costumbres de convivencia social elemental.

Se desconoce el original nombre de la nueva comunidad, el sustantivo de “San Nicolás” responde a la satisfacción Franciscana y de ninguna manera a los pames alaquines que no deseaban adquirir compromisos en su ligera y despreocupada forma de vivir.

San Nicolás de Bari, con un culto muy difundido dentro del cristianismo; es uno de los Santos que poseen en su nombre más templos religiosos, más de dos mil recintos.

Nace en el año 250 en Licia, Turquía y muere el 6 de diciembre del 345 en la antigua Myra.

Defensor y protector de pueblos, invocado en los peligros, en los naufragios, en incendios y cuando las condiciones económicas son adversas.

Su aniversario luctuoso se recuerda con ceremonial jovialidad y ese día, 6 de diciembre, por todo el mundo cristiano, pueblos enteros han transformado la sencilla misa en su honor en un día de actividades festivas que engalanan la cotidiana vida de su feligresía.

“De los Montes” hace referencia a la sierra que los alberga, ásperas veredas, voladeros, pasmosos bosques, un sitio de acceso incómodo, peligroso y lleno de fieras.

Fray Martín Herrán, Custodio de la Provincia de Santa María Mártir del Río Verde solicita al Trigésimo Virrey, Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza, Conde de Galve, la ayuda para establecer formalmente una Conversión en éste pueblo, misma que dependería de la Misión de la Purísima Concepción del Valle del Maíz.

En mencionada solicitud, Fray Martín Herrán menciona: “Lo primero: que a V.E. represento hay una reducción o pueblo nombrado San Nicolás, en términos y jurisdicción por lo que mira a la Justicia de la Villa de los Valles, que dista doce leguas de dicha Villa; y por lo que mira a la jurisdicción y derecho parroquial en términos de la Conversión y pueblo del Valle del Maíz de do dista diez leguas de mal camino, aspero y montuoso y lodazal; una y otra reducción de la dicha Custodia de mi cargo, esta población de San Nicolás desde el año de sesenta consta de los libros de la administración de dicha Parroquia y cavecera del Valle del Maíz como an sido administrados en ella los yndios de San Nicolás, esto es en cuanto a los que voluntariamente han querido ser bautizados, casados y enterrados, pero en todo este tiempo siendo cristianos bautizados, han muerto los que han muerto sin Sacramento, ora sea por su incapazidad, corto o ningún conocimiento de medio necesario para su salvación que es la Confesión para que Dios les perdone sus pecados, ora sea por la mucha distancia y mal camino a la parroquia porque en tiempo de aguas no se puede vadear el monte de San Nicolás, ora sea por tibieza o pereza o engaño del demonio no han llamado en dicho tiempo el ministro para Confesión ni Sacramento alguno, de donde se colije y nos enseña la fe que se condenan y no se salvan si no es los niños.

Lo segundo: es porque en dicha población de San Nicolás están muchos y viven los más casados, no según el orden de Nuestra Santa Madre Iglesia, sino a su usanza gentil, que es a esta o aquella quiero por muger; y si de ésta se enfadan eligen otra y rechazan aquélla, sean o no hermanas o parientas.

Lo tercero: que muchos indios que son casados en las Conversiones de la dicha Custodia de mi cargo y otros en las de la Custodia de Tampico que están conjuntas, largan en sus pueblos y conversiones a sus legitimas mugeres, hurtan otras, las que les parecen, y se huyen y retiran a vivir en dicha población de San Nicolás, para allí a su libertad, por el poco manejo de justicias y ministro que remedie estos excesos.

Lo cuarto: es que como a prelado de aquellas Conversiones y pueblos, me han pedido dichos indios de San Nicolás, les ponga ministro que les haga capaces e instruya en los misterios de Nuestra Santa Fe, Doctrina cristiana y administre de asiento los Santos Sacramentos, ora sea inspirados de sobrenatural influjo ora sea por tener quien los ampare de algunas vejaciones que padecen los miserables de pasajeros, pastores y otras personas que trajinan por dicho pueblo, por ser camino real para dicha Villa de los Valles, ora sea de los indios bárbaros que de ordinario les suelen dar asaltos y roban sus bestias y mantenimientos, y últimamente sea por el fin o motivo que fuere, ninguno obsta a la caridad y todos precisan mi obligación de ponerles ministro que los enseñe y administre y a noticiar a V.E. para poderlo hacer con el fundamento de permanencia que se requiere y al servicio de Dios conviene” (Montejano, 1988: 46-47).

Dentro del contexto en el discurso de Fray Martín Herrán, se aprecian que se tiene conocimiento de este pueblo desde 1600 y que desde 1660 poseen libros de administración de dicha parroquia; registrando a los indios alaquines que voluntariamente han deseado ser bautizados y casados, de igual forma, tienen registro de entierros.

La visita que realizan desde el Valle del Maíz hasta los montes de San Nicolás es ocasional, pues a pesar de la necesidad del alivio espiritual y de la permanente presencia religiosa que instruya y arraigue la nueva fe, la intransitable travesía desde el primer punto hasta aquí se convierte en el factor más desfavorable. Razón para que, se instale una Misión con clérigo propio y de pié.

Ya ha estas alturas, se menciona la existencia de una parroquia, sin embargo, ésta debió haber sido un pequeño jacal elaborado con materiales muy perecederos y que dio alberge a las escasas visitas pastorales efectuadas por la Misión de la Purísima Concepción del Valle del Maíz.

Después de trámites e informes de campo, se concede a Fray Martín de Herrán su petición, de esa forma se extiende la respectiva acta: “En el pueblo de San Nicolás en quince días del mes de Diciembre de mil seiscientos noventa y un años, Don Thomás de la Mora Vareda, Teniente de Alcalde Mayor por el Capitán Don Diego de Aberasturi, Alcalde Mayor y Capitán a guerra de la Jurisdicción de la Villa de los Valles Presidios y Fronteras por su Magestad. Pareció ante mi el Padre Predicador Fray Diego García, y digo que por patente que traía del Reverendo Padre Fray Martín Herrán, Custodio de esta Santa Custodia de Santa Catarina del Río Verde para que el dicho Padre Predicador Fray Diego García viniera a esta nueba Conversión por ser del servicio de Dios y de Su Magestad (que Dios guarde). Me pidió le diera posesión, lo cual hice por ser del servicio de ambas Majestades y haber cédula de Su Magestad para que pueda fundar: Yo el dicho don Tomás de la Mora Varreda, Teniente de Alcalde Mayor del Pueblo de el Valle de el Maíz, y su Jurisdicción, en su ejecución y cumplimiento en presencia de los testigos de mi asistencia infra escritos me requirió la meta en posesión de dicha iglesia; y poniéndolo en efecto lo cogi por la mano y lo meti en la iglesia en señal de verdadera posesión; y estando en ella dijo Misa, toco la Campana sin contradicción de persona alguna, lo cual me pidió por testimonio. Y así lo certifico en la manera que por derecho puedo, debo, y no en mas en virtud de dicha real cédula, en nombre de Su Magestad le amparaba y amparé en dicha posesión y en el ynterin, ninguna persona con ningun pretexto causa o razón que quiera impugnar inquiete ni perturbe de esta Posesión so la pena de quinientos pesos en que desde luego les doy por incursos y condenados lo contrario asiendo: Casso que suceda el dicho Padre Predicador Fray Diego, ocurra ante mí que lo oiré y guardaré Justicia, en lo que tuviere. Y lo firmó conmigo y los testigos de mi asistencia que fueron José Cervantes y Cristóbal de Sena Hedilla, Frai Diego García, Testigo de asistencia, Cristóbal de Sena, Testigo de asistencia, José Cervantes. - Ante mi Don Thomás de la Mora Varreda” (Idem, 1988: 47-48).

A partir de este momento, se inicia una sencilla edificación de adobe, envigado y techo de palma, dejando atrás la rudimentaria vista de jacal.

Se habla de un ocaso en San Nicolás de los Montes, debido posiblemente a invasiones, la Misión quedó desierta y despoblada; aunque también hay que considerar que los religiosos abandonan el proyecto evangelizador en el momento en que les es retirado la ayuda de 300 pesos a cada uno, para su sustento, que la Corona otorgaba como pensión real por año; subsidio conseguido por Fray Martín Herrán.

Para 1746, los Franciscanos retoman esta avanzada religiosa con la característica de que ahora no provocaba costo alguno para la real hacienda, todos los gastos para manutención del Padre son absorbidos en especie por la comunidad que obtenía precarias cosechas de las siembras. Por tanto, siempre recibió ayuda de la Provincia para satisfacer plenamente las carencias.

En cuanto al edificio de la iglesia, esta se mantiene igual que como posterior a su fundación se construyera.

Sin embargo, estos materiales; también perecederos, no fueron lo suficientemente resistentes a las copiosas lluvias que se registraban en la zona de tal forma que para 1761 se inició a construir la iglesia con piedra y lodo, embarrada y ripiada de mezcla, sobre las altas paredes fuertes vigas y tablas que a la vez, sostenían el techo de palmas.

Se habla de que la comunidad tenía cerca de mil habitantes, de estos solo un diez por ciento cumplía con sus deberes religiosos, el resto se mostraba renuente e indiferente, al grado de huir cuando se les presionaba para asistir a misa.

Durante casi todo el siglo XIX, la evolución de San Nicolás de los Montes es lenta, testigo de ello, los religiosos que se tornaban cómplices en la desesperación por sostener la Custodia; misma que entra en breve letargo que postra en el olvido al templo.

La construcción de nuestro centenario templo recibe al siglo XX abandonado, lleno de maleza, derruido, convertido en refugio temporal de bandoleros que de paso por la sierra ven en el santuario un sitio para albergarse de las inclemencias atmosféricas, y por si esto no fuera suficiente, sufre un atentado irreparable bajo las llamas de un fuego que convierte a cenizas parte de la estructura del complejo y todo el material del archivo desaparece dejando profundos obscuros para la interpretación evolutiva de esta Misión Franciscana.

Junto al aberrante atentado del fuego, se sumaron ignorantes manos que pretendieron depauperar el legado de San Nicolás de los Montes destruyendo, derrumbando, desprendiendo piedra a piedra, significantes segmentos de la obra.

Existe una versión entre los lugareños con relación a éste incendio, al parecer, el fuego se provocó en la Hacienda y era tan grande que no pudo evitarse alcanzar la iglesia que teniendo techo de palma rápidamente sucumbió.

De esta catastre sobrevivieron solamente las figuras y pinturas que con anterioridad se habían extraído por órdenes del capataz de la Hacienda y llevados a la pequeña congregación de La Yerbabuena, lugar en donde se erigió un sencillo recinto para oficiar la misa, evitando así que, los jornaleros bajaran a San Nicolás de los Montes y estuvieran tentados a huir de las condiciones de existencia a la que estaban sometidos.

Habrá que decir aquí que, La Yerbabuena, fue la zona más fértil y misma que albergaba los sembradíos de maíz en donde de sol a sol, bajo la prepotente actitud del representante de los Barragán, los antiguos montesinos testigos fueron también del declive y desmoronamiento del sistema económico que los sojuzgaba.


Bajo ese caótico estado, la Iglesia permanece desierta, gris, sin vida; hasta la tercera década del siglo XX, momento en el que nuevamente la llegada de religioso levanta el ánimo en la feligresía y acondicionan los restos del antiguo complejo que, al observar detenidamente, se reconocen en su composición original más de diez habitaciones, varias bodegas, sacristía y templo; todo ello rodeado de una alta pared que con piedras caliza levantaron como muro protector.

Hoy día, la Iglesia es utilizada por la comunidad y es asistida por el Presbítero Francisco García Rodarte, Párroco de Tamasopo; perteneciente al Decanato Norte de la Diócesis de Ciudad Valles.

Obra consultada: “El Valle del Maíz”, de Rafael Montejano, AHSLP 1988, México.

CANTARRANAS


El barrio de Cantarranas, ubicado al lado Oeste de lo que fuera el Ingenio de Agua Buena, es el auténtico origen demográfico de esta antigua y bella población. Verdad es que, se encontraba la Hacienda y anexos habitacionales para el personal de faenas propias, empero, eran habitantes temporales.

Cuando a finales del siglo XIX, la Sugar Company inicia su edificación material, el personal que laboraba arduas jornadas en el proyecto norteamericano se establece en rudimentarios caseríos de palma que la misma transnacional les proporciona a todos sus trabajadores; exceptuando el personal administrativo pues ellos se ubicaron en la Hacienda.

Su nombre obedece al ensordecedor sonido nocturno de los anuros que habitaban la superficie Este cercana al barrio naciente, terreno que albergaba una pequeña laguna en donde las ranas se resguardaban del constante acecho humano, de igual manera, se les encontraba en los canales abundantes que iniciaban desde “La Compuerta” y “El Sabino Ladeado” para atravesar estratégicamente el nuevo pueblo.

La pequeña y superficial lagunita se enriquecía constantemente del dulce líquido que gracias al nivel elevado de la vía férrea que transitaba por la ahora Avenida Del Trabajo desviaba a su cuerpo.

Cantarranas, auténtico barrio representativo del sector obrero-azucarero, en él, se establecen los primeros habitantes dependientes de la Sugar Company Río Tamasopo, en él, se consolida y se organiza la población; ésta, rodeada por canales de agua que abastecían a la factoría y a la pequeña congregación.

Su fundación se ubica a mediados de la última década del siglo XIX, cuando inician los trabajos formales del complejo industrial azucarero, varios frentes exclusivos que hasta la puesta del Sol detenían sus esfuerzos, estos frentes eran: la construcción de la “acequia grande” desde “La Compuerta”, el tendido de la vía del tren para trasladar la gramínea desde diversos puntos y hacia la estación en Pasquines para transportar la pesada carga tecnológica que habría de revolucionar la dulce industria y, la construcción del propio edificio para la fábrica.

Una vez concluidos los trabajos, el naciente barrio fue transformándose poco a poco, la visión de los norteamericanos al momento de satisfacer determinadas necesidades de la comunidad fue sorprendente, diseñaron enormes galerones de madera que fueron acondicionados como habitaciones; colocados de Este a Oeste y con una altura de más de un metro de la superficie para evitar los daños provocados por las constantes inundaciones. Cantarranas, desde sus inicios contó con baños y lavaderos públicos que fueron dispuestos sobre los canales de agua que lo atravesaban, estos fueron rudimentarios en su inicio; posteriormente se construyeron de concreto, los baños eran utilizados aún en la década de los setentas. De esa manera, aprovechando los canales de agua, resuelven las cuestiones sanitarias por los desechos humanos. Muy al estilo de la Ciudad de Tenochtitlan que igual, contaban con servicios públicos asentados sobre los canales que la cruzaban.

De igual manera, se establecieron tomas de agua potable públicas que provenían desde El Nacimiento.

La evolución del barrio se fue presentando gradual, primero, desaparece la pequeña lagunita que diera origen al sustantivo que hoy pregonamos orgullosos, esto al dragar el área para cultivarla con la dulce gramínea; de ello es testigo la bella Ceiba ubicada en el centro del ahora CBTA # 141, después, la empresa inicia un proceso de venta de lotes a sus obreros de tal forma que, llegaron a coexistir un Cantarranas social que habitaba las galeras y un Cantarranas social más favorecido económicamente con casas que contaban con amplios jardines.

Las constantes inundaciones indican que la edificación del templo religioso se construyera en lo alto, al inicio fue de madera y palma y, pasado pocos años, se ubicaban algunas nuevas habitaciones e irónicamente se autonombraron “Cantasapos”; actualmente se llama Barrio del Sagrado Corazón.

Haber nacido en Cantarranas es, en mucho, ser heredero directo de un gran legado regional azucarero, heredero de recuerdos que hablan de un barrio esplendoroso, de tiempos dorados que el tiempo robó pero que muchos habitantes de Tambaca aún celosamente resguardan y que, llegado determinado momento, suelen decir su origen como carta de presentación.

CERO EN GEOGRAFÍA


El desconocimiento de la geografía, de sus aspectos o elementos con su respectiva ubicación, suele en ocasiones marcar de por siempre, de alterar o modificar; incluso, la historia misma.

La “Río Tamasopo Sugar Company”, es un clásico ejemplo de este tipo de “trivialidades”. La compañía azucarera fundada en los albores del siglo XX por Mr. Alfred H. Tanner toma el nombre del aspecto geográfico más denotado de la zona; el río, empero, nuestro histórico Doctor Tanner no consideró que el cauce no se llama Tamasopo sino Agua Buena.

Solo una personalidad de mula no acepta hoy en día que existen en el municipio dos ríos muy cercanos, el Tamasopo y el Agua Buena (de los Otates). Ambos completamente distintos, uno frío con bajo contenido biótico y otro, templado y lleno de vida. Mientras uno nace en las proximidades de El Puente de Dios, en el ejido de La Palma, el otro lo nace en Los Otates; ejido de Agua Buena. El primero, caudaloso, presuroso en su marcha y poéticamente torpe pues constante víctima de los accidentes orográficos se le aprecia; el segundo, tranquilo, señorial, majestuoso, galante al desplazarse sin prisa.

Cierto, a la altura de El Paso Ancho, el río Tamasopo desvía un pequeño ramal que forma posteriormente Las Cascaditas y se une al río Agua Buena entre La Compuerta y El Trampolín, pero se trata de un ramal que se integra al río y no éste a aquél.

Indudablemente, el error de Mr. Tanner es sensacional, muy posiblemente creyó que el Agua Buena era un ramal del Tamasopo, de otra manera no se explica de donde toma el sustantivo. ¿Del municipio?, ¿Cuál?, Tamasopo pertenecía a La Palma y Agua Buena a San Nicolás de los Montes. ¿A la Hacienda? Lo dudo, pues en esos tiempos la hacienda más representativa de toda la zona era la de Agua Buena y pertenecía a la familia Díez Gutiérrez. El recuerdo más maravilloso de la Hacienda “Agua Buena” es la erguida construcción de mediados del siglo XVIII, misma que adquirió ya en el siglo XX la Sugar Company y que servía de residencia de los administradores de la fábrica.

Alfred Heriberto Tanner, Doctor graduado de la Universidad de Indianápolis, Indiana, E.U.A., en 1878, fue además, sobresaliente político convirtiéndose en el primer Alcalde Republicano de la ciudad de Kaukauna, Wisconsin, el 3 de abril de 1894, con un nivel cultural más alto del promedio norteamericano, aquí, en donde invirtiera todo su capital y el de otros socios, donde sembraran esperanzas en fértiles y pasmosos valles; aquí, aquí tendría cero en geografía.

SAN NICOLÁS DE LOS MONTES: EL MUNICIPIO


El municipio de San Nicolás de los Montes surge en el año de 1827, en ese entonces la zona se dedicaba principalmente al cultivo del maíz; enormes extensiones pertenecientes a la Familia Barragán quienes ocupaban a los habitantes de San Nicolás de los Montes y los alrededores en las faenas cíclicas del cereal. En el pueblo se ubicaba la “Casa Grande”, lugar en donde habita el administrador de Felipe Barragán y que a la vez, resguardaba toda la producción anual para posteriormente transportarla hasta Ciudad del Maíz.

El municipio se componía por los territorios de la Sierra Madre Oriental que atraviesan al propio San Nicolás de los Montes; pueblo, hasta el Puente de Dios, los valles iniciaban en Agua Buena y se extendían por lo que ahora es San Jerónimo, la Ciénaga de Tambaca (Tanchayan), El Chino, Damián Carmona y muy temprano, se le segregó al municipio de Ciudad Valles la zona Norte de Damián hasta Los Ríos y Joya del Tigre y anexarlos a éste.

Las fronteras naturales al Sur y Este fue el río de Agua Buena hasta el punto del Paso Real de Tambaca, y el Tanchamay. El resto de sus fronteras permanecieron igual; aún con el surgimiento del municipio de Cárdenas. Al Norte Ciudad del Maíz, al Oeste Alaquines; al Sur, Villa de Tamasopo y, Este Ciudad Valles.

Para 1921, la cabecera municipal se ubica en Agua Buena, entonces la situación se torna más difícil para San Nicolás de los Montes, sin accesos e ingresos directos, el pueblo se sume lentamente en el olvido. De San Nicolás de los Montes solo llegan remotas y lejanas quejas envueltas en papel en donde el Juez Auxiliar menciona: “Señor Presidente, el portador de la carta …”, aunque también se mencionaba a San Nicolás cuando carecían de profesora que atendiera a los niños, por alguna razón no duraban; incluso preferían las docentes otras plazas aún más lejanas que el propio y legendario sitio montesino.

La razón lógica por la que San Nicolás de los Montes y La Palma se erigieran cabeceras municipales pareciera ser el hecho de que ambas contaban con Misión religiosa, esa circunstancia ofrecía determinadas ventajas administrativas en aquellos años, entonces los otros sitios demográficos eran desechados para convertirse en cabeceras; en esos tiempos primeros de la conformación nacional, la Hacienda de San Ignacio del Buey era mucho más activa y generadora de recursos que San Nicolás de los Montes. De igual manera, la hacienda de Tambaca o el mismo Pasquines resultaban con más esperanzas alentadoras para consolidarse y evolucionar como cabeceras que La Palma.

Pasó el tiempo y él, que todo lo quita, derrumbó la influencia religiosa e impuso el peso económico; así Agua Buena con su monstruoso ente de hierro se transforma en la cabecera aún por encima de Ingenio Rascón, El Chino y el recóndito San Nicolás. Tamasopo se beneficia indirectamente, no fue el paso ferroviario ni el peso de la vestimenta post revolucionaria, fue una determinación económica y el sitio más cercano del vecino municipio era precisamente; Tamasopo.

La suerte estaba echada, otros tiempos después cambiaron lo económico por lo político y el 4 de octubre de 1946 el municipio de San Nicolás de los Montes se adhiere al de Tamasopo. Años antes, la entidad municipal de los montesinos había perdido el Sur de su territorio para que surgiera el municipio de Agua Buena.

EL PRECIO DE SAN NICOLÁS DE LOS MONTES


En 1775, Felipe Barragán, dueño de inmensas propiedades en la zona media potosina, reconociendo que las tierras de la Sierra Madre no le reditúan lo deseable, que es difícil establecer sembradíos atractivos; opta por negociar con los indígenas alaquines de San Nicolás de los Montes la venta de los terrenos en donde éstos se asientan, a un precio más que razonable; pero como los indígenas son pobres y carentes de dinero, el señor Barragán que es toda humildad y dulzura, les facilita la transacción convirtiendo el dinero del costo en durmientes de mora que los montesinos tenían que llevar hasta la hacienda de éste señor en Ciudad del Maíz; claro que, como toda transacción esta también contiene sutiles e inadvertidas ventajas para quien pone las reglas del juego.

El contrato de compra-venta estipulaba la operación en dos mil pesos, mismos que habría que cubrir con vigas de mora con un largo de 7.5 varas (cada vara equivale a .8359 metros), es decir, 6 metros con 26 centímetros y de ancho; pues lo que diera el arbolito, el material tenía que ser llevado hasta la hacienda del señor Barragán antes del último día de febrero de 1776; de no ser así, correría un cargo de intereses del 5 % con respecto al material no entregado.

Llegado ese día, ¡olvídese si fue o no bisiesto!, los pames montesinos no pudieron cumplir. Claro que, Barragán cedió tiempo a favor, aún así, para noviembre de 1777, solo pudieron entregar 426 vigas grandes de mora, 427 vigas chicas de pinabe y 604 vigas chicas de mora; por lo anterior se les reconoció un monto de 1048 pesos y dos reales.

Diez leguas separaban a la Concepción del Valle del Maíz de San Nicolás de los Montes, cada legua equivale a 4190 metros, por tanto eran más de 41 kilómetros los que tenían que recorrer cargando las pesadas vigas, entre lodazales y tempestades.

Imposible cumplir, fácil de cobrar, para mayo de 1778, Felipe Barragán exige se le pague la deuda contraída. Reconoce y acepta que los montesinos no tienen dinero, reconoce y acepta que llevar las vigas hasta allá esta más que imposible; entonces presiona por medio del Padre Galván, párroco de la feligresía de San Nicolás de los Montes, para que él haga entender a su gente que tienen que cumplir. Para ello propone Barragán que la deuda sea saldada con trabajo personal en un tanque de agua que desea construir y para el cual requiere un mínimo de 50 hombres; a más tardar en octubre del año en curso.

A cambio del trabajo se compromete a entregar recibo de la deuda por 850 pesos, mismos que el pueblo aún debe o en su defecto, entregarle los 850 pesos para que él pueda contratar quien haga la labor.

Esta actitud del benevolente Barragán no agradó ni a los pames alaquines ni a su ministro, pero lamentablemente no había nada que hacer, cuando el Padre Galván les lee la misiva indicándoles la postura del latifundista, ellos entristecidos solo agacharon la cabeza.

Por cierto, olvidaba mencionar que, el precio de la viga que llegara a medir de largo los 6.26 metros era de un peso.

HUGO BREHME WICK POR TAMASOPO


Hugo Brehme Wick, fotógrafo alemán que llega en 1905 a nuestro país, cargando un cúmulo de sueños que rápidamente se cristalizan ante la belleza natural que su lujosa cámara empezó a captar.

Brehme recorre el país en tren, por carretera, espera ansioso saber que cualesquier camino se ha abierto para inmediatamente salir en busca de nuevas panorámicas. Hugo Brehme llegó para quedarse, su mágica sensibilidad al enfocar una vista siempre ofreció resultados de una sorprendente calidad, sus trabajos se encuentran bajo resguardo; para la posteridad, a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia; y ha sido su obra declarada Memoria Regional del Mundo por la Organización de las Naciones Unidas para le Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Hugo Brehme registra gráficamente la América Latina, la América hispánica en su primera mitad del Siglo XX, capta un México rural aún, un país que a golpes, palos y trastazos revolucionarios se transforma lento, percibe en ese México una coloración rural que lo enamora, que lo atrapa.

Coincide su sensibilidad para percibir su México con la idea gubernamental posrevolucionaria de rescatar y difundir un concepto nacional que logre unificar a la población, una valoración costumbrista que pregone orgulloso la riqueza arquitectónica, natural, rural y prehispánica de un país que urge de la cristalización de instituciones.

Su valiosa aportación gráfica muestra el claro camino para que la cinematografía nacional logre su máxima expresión dorada.

El fotógrafo visita Tamasopo en las inmediaciones de la segunda decena del turbulento Siglo XX, de ello, manifiesta tres imágenes que fueron parte selectiva de su primer trabajo editorial “México Pintoresco” en 1923 y en el cual expresa:

“El autor de este libro, que durante muchos años de trabajo constante ha tenido oportunidad de admirar a la Nación Mexicana con sus paisajes pintorescos, sus interesantes tipos indígenas, sus joyas arqueológicas y las manifestaciones de la vida moderna, sintiéndose animado por estas impresiones inolvidables, considero como un deber dar a la publicidad de su colección de fotografías tomadas directamente del natural. A pesar de que ya existe una literatura abundante sobre México, el autor se atreve sin embargo, a publicar el presente libro para demostrar que en este país hay lugares de infinita belleza, muchos casi desconocidos que deben ser sacados del olvido en que viven, y agregando al mismo tiempo reproducciones del arte precolombino, para que sus lectores, en vez de consultar voluminosas obras descriptivas, puedan admirar fácilmente por las vistas tomadas con la cámara fotográfica, las innumerables cosas impresionantes que contiene el país”. (Brehme, 1923: 4)

En mencionada edición, Hugo Brehme muestra: 1) Cortadores de caña, esplendorosa vista en la que aparece una cuadrilla de trabajadores, de vestimenta de manta y sombreros anchos y copa alta, las cañas son cortadas sin quemar la paja y los niños se encargan de limpiarlas tomándolas de la gavilla, el día es sumamente nublado, 2) Cañón de Tamasopo, panorámica que muestra desde la sierra el tupido bosque con su accidentada orografía, indiscutible, tomada en las cercanías del Espinazo del Diablo y, 3) Jungla y río, sencilla toma en donde el paraje de río se engalana con robustos sauces y sabinos; como mágicos pincelazos, escasos otates. Aparece en el paisaje la solitaria figura; escasamente perceptible, de un hombre, como admirando el entorno.

Muy posiblemente, existan mucho más que tres tomas de Hugo Brehme, con temática Tamasopo; pero eso habrá que corroborarlo en la Ciudad de Pachuca, Hidalgo, residencia de la Fototeca Nacional.

ATENTADO FERROVIARIO


Alberto J. Pani, destacado intelectual mexicano, partícipe en los gobiernos revolucionarios y posteriores, en sus apuntes autobiográficos editados por vez primera en 1943 y editados por tercera oportunidad por el Senado de la República en el 2003,narra con nostalgia como lo que muchos llamamos “suerte” o “destino” le mostró espléndidas sonrisas.

Dramáticos momentos a manos subversivas Pani experimenta, uno de ellos lo recuerda de esta manera: “Todavía voy a añadir, para terminar este relato, el recuerdo de tres de muchos incidentes, peligrosos para mí, que motivó mi labor ferrocarrilera durante el período preconstitucional. Vaya el primero, de vuelta de los Estados Unidos a donde fui para escapar del nombramiento de Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas que el Primer Jefe estaba empeñado en conferirme, prolongué mi viaje hacia el interior del país con el fin de inspeccionar el servicio ferrocarrilero en los territorios recientemente recuperados y cerca de San Juan del Río recibí un mensaje telegráfico de dicho Primer Jefe diciéndome que por estar mi mujer sumamente grave urgía mi regreso inmediato. No tenía más que una posibilidad de llegar pronto a Veracruz: embarcándome en Tampico. Al pasar por San Luis Potosí, el Gral. Obregón se oponía a que continuara mi camino por regiones que dominaban los hermanos Cedillo, no sometidos aún, pero acabó por admitir la urgencia de mi caso y me suministró un tren de trabajo, esto es, provisto de los elementos necesarios para reparar las vías y otro tren con una escolta. Emprendí la marcha con esos dos trenes en el orden que los he mencionado, procediendo al mío. Cada vez que se necesitaba reparar la vía, se paraban los tres trenes y yo recorría a pie la distancia que separa al que yo ocupaba del sitio de la reparación. Después de varios días de viajar así, con el fin de acortar dicho recorrido invertí en Tamasopo el orden de los dos últimos trenes, adelantando el mío al segundo lugar y retrasando el de la escolta a tercero. A los pocos minutos cruzaron sin novedad la alcantarilla de un thalweg los dos primeros trenes, es decir, el de trabajo y el mío y al pasar el tercero, que era el de la escolta y ocupaba ese lugar sólo desde hacía unos cuantos minutos, estalló una bomba que causó serios desperfectos materiales y mató a algunos soldados. Es presumible que la bomba me estaba destinada. Aún no habiéndolo estado me habría tocado si no altero, con casual y afortunada oportunidad, el orden de los trenes”. (Pani, 2003: 217-218).

Tamasopo, al igual que Cárdenas y Cerritos, fueron territorios dominados por “Cedillistas” y tenían el control de la vía férrea San Luis Potosí – Tampico; en su sección de la Sierra Madre Oriental, por tanto, es común leer de que los “revolucionarios” se la pasaban volando trenes en el tramo Tamasopo – Cerritos.

Obvio es, esa labor no la realizaban directamente los Cedillo, para ello tenían y mantenían a cabecillas locales que conociendo a perfección el terreno, se dedicaban a boicotear todo intento que según ellos atentara contra “la causa”. En lo que respecta a Tamasopo, el nombre de Pedro Izaguirre (a) “El Mayor”, ha traspasado la frontera del tiempo y sobrevivido hasta nuestros días, de él y la asociación Cedillista se resguardan con afecto, su nombre. De su obra; poco o nada.

De la narración de don Alberto J. Pani, llama poderosamente la atención no solo el atentado, también cuando menciona que “después de varios días de viajar así, con el fin de acortar dicho recorrido invertí en Tamasopo...”. Esta situación de varios días de viaje de San Luis Potosí a Tamasopo nos proporciona un panorama dramático del estado de las paralelas que eran mutiladas por los “Cedillistas” en su zona de influencia la cual concluía cerca de Tambaca. Sobre el sitio del atentado es presumible que se hubiese efectuado muy cerca del lugar conocido como “los sarros”, a escasos metros del punto marcado como kilómetro 468, paraje en donde la vía cruza un estrecho entre la columna inclinada de la sierra y la cercanía del profundo río; ideal para la emboscada “guerrillera” de los cabecillas locales.

EL COMPADRE MANUEL GONZÁLEZ: CULPABLE DE LA VIA FÉRREA


Manuel González, Presidente de México de 1880 a 1884, es considerado como el responsable de que el trazo final de la vía del ferrocarril San Luis Potosí – Tampico pase por estas tierras.

Las razones son más que obvias, considerando que poseía enormes propiedades en la región. Desde Tambaca hasta El Trigo y toda la zona conocida como Abra de Caballeros; hoy Micos.

En complicidad con el entonces gobernador potosino Carlos Díez Gutiérrez, planean el rumbo de las paralelas para que éstas atraviesen sus extensas haciendas.

Se ha llegado ha mencionar, sin pruebas de ello por supuesto, que el trazo original de dicha arteria ferroviaria se había planeado rumbo a territorio de Ciudad del Maíz, El Naranjo y Ciudad Mante, para evitar las dificultades naturales de atravesar por la Sierra Madre Oriental en la distancia escabrosa entre Cárdenas y Tamasopo, además de las ventajas por no construir grandes puentes de hierro sobre caudalosos ríos. Se dice también, que el objetivo primordial era favorecer a la Familia Rubio, quienes poseían extensas propiedades por la soñada ruta.

La Familia Rubio, de la que fue parte la Señora Carmelita Rubio; esposa del General Porfirio Díaz Mori, era una de pocas estirpes que saboreaban las delicias del poder bajo las sombras del mismo poder, parentela que manipulaba circunstancias para privilegiar sus intereses económicos. Sin embargo, en la línea San Luis Potosí – Tampico, les tocó perder frente al compadre don Manuel González; compadre de don Porfirio.

En el período gubernamental del General González es cuando se cristaliza el proyecto para conectar al centro del país con el Golfo, claro que, el General Díez Gutiérrez es quien ejecuta la importante obra, cediendo todo tipo de facilidades y beneficios a pequeños propietarios por donde pasaría la vía; en el caso de Tamasopo es el mismo Díez Gutiérrez quien aparece como representante legal para conciliar acuerdos con la compañía constructora.

El beneficio más claro que obtenía el General Manuel González era la movilización rápida y segura de su ganado; mismo que exportaba.

Claro que, es posible pensar, que don González manipulara un tanto a favor la magna obra involucrando a inversionistas norteamericanos quienes adquirieron extensas propiedades productivas cercanas a la vía férrea y con ello, detener un cambio de planes que Díaz intentara para beneficiar a la familia Rubio.

PASQUINES: ORIGEN DE TAMASOPO PUEBLO


El actual Barrio de Pasquines, es el auténtico origen de la cabecera municipal y no, el Tamasopo Viejo como han pretendido algunas versiones difundir tantas ocasiones para lograr convertirlo en realidad, otras interpretaciones, también señalan a La Garita como inicio de esta población; nada más errado.

Tamasopo Viejo fue la pequeña factoría piloncillera ubicada a un costado de “Las Cascadas de Tamasopo”, sitio en el que se pueden apreciar aún vestigios importantes. La Garita, es un galerón con determinada cantidad de cuartos que fueron utilizados para albergar a los trabajadores del ferrocarril por espacios de tiempo determinados y que se construyó cuando el tendido férreo ya había arribado a la región.

Pasquines, estrecho paso obligado por los carros del siglo XIX, y que continuaban su camino ascendiendo por el Cañón de Guerrero hasta llegar a La Vieja.

Antes, mucho antes del ferrocarril San Luis Potosí – Tampico, el único acceso para esta zona fue el camino que partía de Ciudad Valles, de ahí a Micos, Tambaca, Pasquines, La Vieja, El Carnero, Rayón, Río Verde y San Luis Potosí.

Esta ruta, que conducía a la capital del Estado desde el Oriente, solamente tocaba dos puntos del actual municipio de Tamasopo: Tambaca y Pasquines, las razones de ello son simples si consideramos que desde Micos hasta Tambaca; introduciéndose hasta El Trigo, pertenecían al General Manuel González a quien por cierto, se debe el trazo final de tendido férreo San Luis Potosí – Tampico, pues obviamente, la intención siempre fue beneficiarse con el paso del tren por sus propiedades.

Pasquines, que en dialecto tének significa estrecho, paso estrecho, es a mediados del siglo XIX, un sencillo caserío que a las faldas de la sierra y al pie del inicio de los valles de pastoreo residentes en ese tiempo, observa atónito el paso de foráneos que desconcertados aún más, respiran el peligro al poco a poco adentrarse en el Cañón de Guerrero y ser; literalmente, tragados por la senda sinuosa en el interior de la Sierra Madre.

De Pasquines, salía hacia la zona media potosina, el piloncillo que rudimentariamente se producía en la región; incluyendo la precaria aportación de “La Hacienda Tamasopo”, claro que, la producción del piloncillo viajaba en las recuas que primero se introducían en el área de Santa María Tampalatín.

Los pocos habitantes de Pasquines, muy posiblemente, eran trabajadores de la cercana molienda de piloncillo a la que erróneamente se le ha nombrado “Hacienda Tamasopo”, peones que por temporada breve acudían a desempeñar determinadas labores en el trapiche. De igual manera, estos peones, se hacían cargo del cultivo y vigilancia en el desarrollo del crecimiento de la caña de azúcar; que por obvio decir, se limitaba a escasas áreas productivas.

El actual Barrio de Pasquines, fue el receptor de los primeros habitantes llegados a raíz de la vía del tren y su lógica evolución demográfica, asentamientos que invadieron poco a poco el lugar hasta traspasar literalmente, la vía del tren rumbo al ahora centro por la calle Hidalgo, en donde, se fue configurando la zona comercial del naciente pueblo; ahora sí denominado Tamasopo, comercios que lograron sobrevivir con sus características primarias, aún en los años setentas del siglo vigésimo; recién dejado atrás.

Así surge Tamasopo pueblo, congregación que absorbe el pequeño caserío de Pasquines hasta subyugarlo a la categoría de barrio.

DECIR PAME ES DECIR "NO"


El grupo étnico que reside dentro del municipio de Tamasopo se autonombra Xi ´ úi, vocablo que indica su pertenencia a “ésta tierra”, a “los de aquí”, sin embargo, para el resto de la humanidad ellos se llaman Pames.

Los Pames representan el sector más vulnerable, más desprotegido, más carente en el sentido vulgar del desarrollo social, grupo étnico que en carne viva experimenta diariamente una desventajosa lucha por adquirir el mínimo de lo indispensable que le permita existir.

Luchan poco por reconstruir una identidad que han perdido en la senda histórica al lado del mestizo, del terrateniente, del hacendado, del franciscano; pionero en la destrucción de la cultura virgen, pionero de la aculturación occidental. Ellos, nuestros Pames, son el reflejo de su agreste y estéril relieve, son del sudor la humedad desprovista en sus abundantes pendientes, son la insistencia silenciosa, son sus rostros el reclamo de una sufrida revolución que no les ha cumplido, de muchos gobiernos insensibles que pierden la memoria; arrojándolos al inconsciente de sus cerebros.

De ellos, culturalmente poco se sabe, sus fiestas, tradiciones y costumbres son el ahora resultado de una pausada pero constante aculturación; primero religiosa, civil, moral, social, lingüística, etcétera, que han logrado suplantar la originalidad de su sociedad por una mal copia mestiza occidentalizada y capitalista.

Todo en ellos se ha modificado, desde las relaciones comerciales, las jerarquías de poder y gobierno, hasta su comportamiento que de vez en vez, les hacen arrojar destellos despectivos cuando fijan la mirada en “los otros”, los mestizos.

Al igual que los otros grupos indígenas mexicanos, nuestros Pames mantienen una idiosincrasia aferrada a lo suyo, tintes “machistas” en el seno familiar, los hombres fervientes adoradores los fines de semana del líquido placer embotellado y las mujeres conscientes de lo que Dios mande.

Total que, Dios sabe el porqué, de dueños a jornaleros, de amos y señores a simples peones, servidumbre al alcance de la mano del conquistador hispano, evangélico y ganadero. Quienes al entrar en contacto con ellos; alrededor de 1574, tienen dificultades para explotarlos adecuadamente, el indígena constantemente repite la palabra “pamie” para responder ante el burdo y golpeado léxico del poderoso, “pamie” para esto y lo otro, “pamie” para todo.

Entonces, este grupo social empezó a ser conocido como los “pamies”, que en su lengua materna significa “no”.

La palabra pame es para ellos, actualmente, un vocablo cargado con lo más despectivo que su imaginación le concibe, una palabra ofensiva para su gente, su sangre. Basta con escucharla para despertar en él los más enconados sentimientos sociales contra el sistema de gobierno, contra el “patrón”, contra quien tenga la osadía de ponérseles frente a frente y repetirles el título que sin consentimiento adquirieron hace algunas centenas de años atrás.

Se ignora en qué momento se pierde la “i” en su nuevo apelativo, pero qué más da; ellos al parecer están acostumbrados a perderlo todo, poco a poco, lentamente.

EL VIEJO MUNICIPIO DE LA PALMA


En 1827, el Congreso del Estado decreta la creación de La Palma como uno de los municipios que conformaban su división política. Un amplio territorio ocupado principalmente por indígenas Pames y que abarcaba el actual municipio de Santa Catarina, parte Este de Rayón y en Tamasopo; hasta la ribera del Río los Otates hasta su prolongación (unido con el río Tamasopo) para sumarse al cause del Frío y desde este punto para concluir en el Tamul y de ahí hacia el Oeste por el Río Santa María.

La cabecera se ubicó en La Palma, centro étnico importante; aún en nuestros días, en donde actividades religiosas, civiles y comerciales giraban torno así. Mantenía estrecha comunicación con Gamotes y posteriormente con Nuevo Gamotes (hoy Rayón), los unía un sencillo camino menor de 25 leguas (104.75 kilómetros) por donde transitaban las diligencias que iniciaban su recorrido en Río Verde.

Su grandeza fue efímera, golpeada, mutilada, destinada a un plano secundario, pronto se inició su decaída, primero, se le segregan el 20 de mayo de 1869 los terrenos de El Carnero, El Saucillo y Buenavista para integrarlos al vecino Rayón, después se le extrae completamente la superficie del municipio de Santa Catarina el 29 de Octubre de 1876 mediante el decreto No. 62 emitido por el Congreso del Estado sobre disposiciones de municipios, en 1916 pierde la zona de Las Guapas y finalmente, el 5 de Diciembre de 1932 desaparece como entidad municipal.

105 años de duración, igual tiempo en el olvido, en la marginación; aunque a decir verdad, la situación no ha cambiado del mucho. Cien años que transcurrieron al borde de la penumbra, desconociendo el desarrollo y los beneficios de ser cabecera municipal.

Muy cierto, tiempos difíciles en todo el país, levantamientos regionales como el de la Sierra Gorda en donde la participación Pame fue transcendental, la siempre condición de peones en los latifundios: de los Cárdenas, los Ledesma (administradores de Rojo del Río Lafuente y Vieyra), los Barragán y los González, y recién pasada la primera década del siglo XX, carne de cañón entre las líneas guerrilleras de los cedillistas en donde sus vidas estaban menos cotizadas que el sombrero de copa alta que solían usar.

El viejo municipio de La Palma fue presencia indígena de un México plural, un país que cubierto de una amplia diversidad étnica y cultural luchó por conseguir la anhelada independencia de España, sin embargo, pronto se olvidó de sus orígenes y a toda costa fue poco a poco marginando sus nobles ideales para suplirlos por nuevos valores que surgían de un sistema económico en donde los intereses de grandes latifundistas y de mestizos con “méritos” obtenidos en los movimientos armados, tenían prioridad.

De esa forma, desaparece este municipio para responder la exigencia de nuevos mestizos que bajo la complacencia de caciquismos dan paso al recién Tamasopo, recibiendo a cambio de ello, la estafeta romántica de haber sido el origen de la geografía municipal.

EL PADRE TRUENO


Erróneamente se afirma que los grupos pames no practicaban la agricultura pues la zona geográfica que los albergaba no ofrecía espacios adecuados para ello, de igual manera, se les ha etiquetado de errabundos y en constante migración.

Estos grupos pames, delimitados al Este y Oeste por otros de costumbres agrícolas; como lo eran los huastecos en los valles del hoy Tamasopo y los asentamientos de la zona de Río Verde. Entre vecinos sedentarios es obvio suponer una sutil aculturación que los pames adaptaron a su visión o circunstancias que el entorno determinaba.

Irrefutable prueba de ello es el dios del Trueno, máxima deidad que los pames; tanto del Norte como del Sur, adoraban.

El dios del Trueno es una entidad agrícola, semejante a un Tláloc Mexica, a un Chaac Maya, un culto para verse favorecidos con la presencia de lluvias y con ello practicar una incipiente agricultura de autoconsumo.

Esta deidad fue concebida como una especie de serpiente antropomorfa, reptil que traía consigo gran cantidad de nubes; de ahí que la representación en el exterior del templo de Santa María Acapulco sea la de un dragón serpiente obesa, por la acumulación de agua que después vertía sobre las tierras que sedientas del vital líquido reverdecían marcando el inicio de un ciclo natural que por ejemplo, entre los pueblos mesoamericanos, significó la renovación constante e interrumpida que la madre naturaleza manifestaba en su agrado con estos habitantes.

Ese ciclo natural de renovación se comparó al fenómeno de la serpiente cuando mudaba de piel aparentando un nuevo comienzo.

El Dios del Trueno o El Padre Trueno, era venerado en los intrincados cañones de la sierra o en pequeñas elevaciones de la corteza, se le ofrendaban flores del campo, recipientes con agua y una especie de tamal grande llamado bolín, muy semejante al zacahuil huasteco pero de menor tamaño. Masa de maíz revuelta con picante y carne de guajolotes silvestres que abundaban en la región.

Esta práctica pame consolida una versión nunca considerada al momento de describir las posibles actividades de la étnia, pues siempre se ha pensado que fueron recolectores de los escasos frutos que la naturaleza les brindaba, que eran nómadas y transitaban permanentemente por la zona media potosina.

El Padre Trueno regía la vida de los pames, proporcionaba identidad cultural y unificaba a la sociedad en torno a esta visión.

EL TEMPLO DE SANTA MARÍA ACAPULCO


En pasados días, la noticia de que el recinto religioso de Santa María Acapulco había sufrido su casi total mutilación a consecuencia de un incendio provocado por la caída de un rayo, despertó emociones depresivas a nivel nacional pues la iglesia en mención representa uno de los más vívidos testimonios coloniales de la incursión Franciscana en la etnia indígena Pame.

Al sitio de la desgracia han acudido autoridades de todo tipo para sumarse a la pena del pueblo y asegurar la cooperación necesaria que garantice la restauración del templo.

Al fenómeno citado, se han dedicado gran cantidad de artículos periodísticos, reportajes especiales y semblanzas para darle una ligera idea a la opinión pública de la gravedad histórica y cultural que las llamas acabaron.

No es la intención, abultar aún más, la desgracia y el llanto de los Pames por haber perdido materialmente parte de su legado religioso.

Quizás irónico, quizás no, lo cierto es que, los templos religiosos edificados bajo la introducción y expansión de la nueva visión teológica en lo que los conquistadores españoles llamaron la Nueva España, se elevaron en el mismo sitio en donde residía la deidad vencida o donde se les rendía culto; incluso, muchas de las veces se utilizó el mismo material mineral para la construcción de esas iglesias.

No pretendo indicar que en el lugar de ubicación de la iglesia de Santa María Acapulco hubiera existido algo similar, lo que sí me llama poderosamente la atención es el hecho de que en la fachada de dicho edificio, se ubica la representación del mal, rodeada y sometida por figuras eclesiásticas franciscanas.

Esa representación del mal la encarna una especie de serpiente o dragón antropomorfo que coincide con la vieja representación Pame de su deidad principal, el dios del trueno, vinculación obvia a las lluvias y su posterior abundancia de frutos silvestres; deidad desterrada y suplida por la visión cristiana.

Se dice, a tono de leyenda, que cuando fue concluida la edificación del templo muchos de los pames se encontraban indignados pues veían, sin poder hacer nada, como su dios del trueno era sometido y humillado por una espada que lo sojuzgaba, espada sostenida por una figura franciscana que a sus pies mantenía lo más sagrado que tenían.

A tono de leyenda, se dice que esa misma noche se desató espantosa tormenta cayendo un rayo exactamente en la figura que sometía al dios del trueno, pulverizando al momento dicha represión, y así, liberada la deidad de la humillación a la que era sometida, de ello diminutos pies; aún visibles, del apóstol franciscano han quedado.

Más de 400 años han pasado de la caída de aquél rayo liberador, hoy, nuevamente un rayo acaba con la riqueza religiosa de pinturas, cuadros y representaciones divinizadas, junto a instrumentos propios del ejercicio religioso.

No nos sorprenda pues, que en el templo caigan rayos, pues en realidad se trata del sitio original en donde, se le otorgaban ofrendas al dios del trueno; de ello son testigos los cerros altos que rodean la ligera elevación que ocupa el recinto franciscano.

TAMASOPO: RUTA TRASHUMANTE


Desde finales del siglo XVI, el territorio que ocupa el ejido de Tamasopo; incluyendo la cabecera, fue sitio de pastoreo que ganaderos de Querétaro y Guanajuato, usaban para temporalmente alimentar su ganado que en manadas y vigiladas por cuadrillas de vaqueros atravesaban la región.

Desde entonces, se le nombra como “los potreros de Tamasopo”, lugar visitado cada año por estas cuadrillas ganaderas que, proseguían su camino entre la selva húmeda y tupida junto a los pastizales que crecían enormes frente a las riveras de ríos y arroyos.

Esta ruta trashumante iniciaba en las haciendas de los ahora Estados vecinos de Querétaro y algunas más de Guanajuato. Partían de ellas y se adentraban por la semi aridez de la Sierra Gorda para enfilarse rumbo a la Sierra Madre Oriental en donde se internaban para después llegar a la planicie costera del Golfo de México y de ahí girar del Este hacia el Norte y continuar con esa dirección; tenían siempre como punto final de la travesía la ahora ciudad de Monterrey, y de este punto retornar.

Al ser receptora del movimiento trashumante, Monterrey experimentó un crecimiento económico muy sólido, pero igual, los problemas originados por las nutridas manadas terminaban en pleitos legales debido a invasiones de propiedades particulares, daños a cultivos vegetales, desacuerdos y acuerdos incumplidos en los procesos de compra-venta, entre otros, ello propicia las condiciones para que emerjan leyes y normativas que no solo regulaban la actividad misma sino que, permitió a las autoridades incrementar considerablemente sus ingresos por conceptos de impuestos.

Esta situación trashumante se prolongó hasta muy entrado el siglo XIX, condición que privilegió a la región pues representaba abundante comida y bebida accesible para el ganado, de ello, los dueños de los terrenos siempre obtenían jugosos dividendos por el simple concepto de derecho de paso. Menciono los dueños pues al transcurso del tiempo, los potreros de Tamasopo tuvieron varios propietarios los cuales jamás se preocuparon por establecer un centro de población o algo similar, lo único que les interesaba era el atractivo pago por el pastoreo temporal que se presentaba dentro de sus extensas propiedades.

Estos potreros, de enorme riqueza natural, constantemente se veían involucrados en pleitos y litigios por personas que pregonaban ser los auténticos dueños; claro que, atrás de ello se encontraban los nada despreciables ingresos por permitir el “libre acceso” al ganado siempre hambriento y sediento.

En el Archivo General de la Nación, en el Grupo Documental Tierras, se encuentran expedientes de 1754 y 1756 en donde se manifiestan las reclamaciones de dueños solicitando amparo ante la invasión, despojo o abuso de poder al adjudicarse extensiones dentro de determinadas haciendas; entre ello, el potrero de Tamasopo.

Con el fin de acercar más la fuente original cito, Vol. 789, expediente 3, folio 8. Año 1764.- Aquismón.- Feliciano López, a nombre de los poseedores de la hacienda de Buenavista, sobre posesión de los potreros de Maitines, Tamasopo y Tampasquid.

Vol. 2720, expediente 12, folio 180, años 1754-1756.- Santiago de los Valles.- Autos seguidos por el doctor Manuel Antonio de Rojo y Vieira, canónigo de la iglesia de México, dueño de las haciendas nombradas San Diego de la Trasquila y la Ciénaga de Cárdenas, en términos de esta jurisdicción, contra los herederos de José Velasco y Tejeda, dueños de la nombrada Amoladeras; sobre propiedad del potrero de Tamasopo.

Entre pleitos, acuerdos, arrendamientos y compensaciones, Tamasopo potrero continúa su lenta transformación siendo receptora de miles de cabezas de ganado que lo atraviesan rumbo al Este y de otras tantas que más permanentemente, se alimentaban en la fértil vastedad surcada por entonces abundantes cauces de cristalinas e incitadoras aguas.

Como podemos apreciar, Tamasopo es turístico desde remotos tiempos, claro, al inicio solo lo visitan vacas y bueyes, pero también su presencia generaba espléndidas divisas.

Esta trayectoria utilizada por los hacendados ganaderos es importante no solo en lo económico, también, aporta a las tradiciones pames un elemento fundamental en una de sus manifestaciones comunales: El día de los fieles difuntos.

En éste tradicional evento celebrado el día último del mes de Noviembre, la costumbre dicta compartir entre la población, durante la manifestación festiva, caldo de res. Ganado conocido por la étnia solo gracias a ese movimiento trashumante y que muy temprano adoptan en su ritual, claro que, la gran interrogante es ahora si el caldo elaborado lo hacían con otro animal y cuál era ese animal.

Muy posiblemente se trataba del Tanzú, cuadrúpedo endémico que existió en el área que se encuentra entre la Sierra Madre Oriental y la Sierra Gorda, una especie similar a un venado pero muy pequeño y que su extrema captura lo llevó a la extinción.

EL CHACUACO DE AGUA BUENA


El 5 de abril del 2005, bajo un cuidadoso operativo en el que participan el Ejército Mexicano, Tránsito Municipal y Protección Social, aproximadamente a las 15:49 horas, el Chacuaco de Agua Buena es detonado con dinamita colocada en su base, su caída despertó en los habitantes del lugar y en todos aquellos nacidos en Agua Buena una melancolía indescriptible, los espectadores perdidos entre el llanto y la risa, unos; otros, atestiguando con su silencio la mutilación de la historia local.

Exclamaciones sollozas durante el breve tiempo de la caída del titán de 63 metros que a más de medio siglo atrás se iniciara a edificar bajo la administración de Mr. Brodie B. Perkins.

En 9 segundos; después de la explosión, la colosal chimenea se desploma levantando inmensa polvareda que por instantes cubre parte del gran barrio de “Cantarranas”. Cuando esta tolvanera se disipa solo se aprecian pequeños escombros que en formación lineal simulan la forma del titán; cientos de diminutos cascajos fueron tomados como recuerdo por la gente que después de la detonación se introdujo al viejo Ingenio.

Este “Chacuaco” había sido construido para suplir las primeras y antiguas tres sencillas chimeneas de hierro, que a poca altura, arrojaban la ceniza inconvenientemente por toda la población la cual tenía que soportar la constante “lluvia de ceniza”. De esa forma, la nueva chimenea acabaría con la problemática pues con la ayuda del viento; considerando la altura, los residuos de la combustión serían literalmente, arrastrados lejos del pueblo.

Su presencia aún después del cierre del Ingenio, representó el símbolo más connotado de la grandeza azucarera en toda la región, era un celoso y callado guardián, vigilante, espectador del desarrollo de Agua Buena, espectador de lo ordinario y cómplice en lo extraordinario.

Sobre el “Chacuaco” se recuerdan muchas cosas, alguna que otra anécdota, sublimes recuerdos que llenos de melancolía lo veían aparecer al iniciar el tren su descenso por la nutrida y sinuosa sierra a nuestros valles. También, dicen habitantes de La Vieja; perteneciente al hermano municipio de Rayón, que el silbido emitido por el “Chacuaco” se escuchaba claramente en su pequeña población.

Se cuenta que en una ocasión, al gerente en turno, se le ocurrió mandar medio limpiar el interior del titán, tarea que brindó oportunidad para que buen número de ideas se pretendieran materializar, sin embargo, nada funcionaba. Y es que, habrá que decirlo, eso de tener ocurrencias solo complica la vida a quienes tienen que acatar las disposiciones. Transcurría el tiempo y solo habían deducido que se tendría que introducir un mecate y pasarlo por el orificio superior para después bajarlo por fuera para sujetarlo. De esa manera, en el otro extremo, amarrar un aro que al ir subiendo por el interior del “Chacuaco” iría raspando el esférico relieve para que desprendiera los remanentes acumulados; el problema ahora era, como subir el mecate para sacarlo por el orificio superior. Después de mil intentos fallidos, mil quinientas sugerencias y casi dos mil observaciones, la situación se torna realidad cuando aceptando la opinión circunstancial del cohetero que propuso amarrar el famoso mecate al proyectil para que éste, al ser encendido dentro del “Chacuaco” ascendiera los 63 metros y lograra con ello el plan trazado; por cierto, en Agua Buena se tuvo una magnífica tradición pirotécnica que sucumbió inesperadamente.

Verdad o no, ¡que importa!, que surjan, que broten anécdotas del titán, que recobre vida en la mente de las nuevas generaciones y se quede por siempre.

SOLICITUD DEL “ALIANZA POPULAR”

“SOLICITUD de concesión para aprovechar en uso industrial las aguas del río Tamasopo, municipio del mismo nombre, S.L.P.   Al margen u...