viernes, enero 01, 2010

EL PRECIO DE SAN NICOLÁS DE LOS MONTES


En 1775, Felipe Barragán, dueño de inmensas propiedades en la zona media potosina, reconociendo que las tierras de la Sierra Madre no le reditúan lo deseable, que es difícil establecer sembradíos atractivos; opta por negociar con los indígenas alaquines de San Nicolás de los Montes la venta de los terrenos en donde éstos se asientan, a un precio más que razonable; pero como los indígenas son pobres y carentes de dinero, el señor Barragán que es toda humildad y dulzura, les facilita la transacción convirtiendo el dinero del costo en durmientes de mora que los montesinos tenían que llevar hasta la hacienda de éste señor en Ciudad del Maíz; claro que, como toda transacción esta también contiene sutiles e inadvertidas ventajas para quien pone las reglas del juego.

El contrato de compra-venta estipulaba la operación en dos mil pesos, mismos que habría que cubrir con vigas de mora con un largo de 7.5 varas (cada vara equivale a .8359 metros), es decir, 6 metros con 26 centímetros y de ancho; pues lo que diera el arbolito, el material tenía que ser llevado hasta la hacienda del señor Barragán antes del último día de febrero de 1776; de no ser así, correría un cargo de intereses del 5 % con respecto al material no entregado.

Llegado ese día, ¡olvídese si fue o no bisiesto!, los pames montesinos no pudieron cumplir. Claro que, Barragán cedió tiempo a favor, aún así, para noviembre de 1777, solo pudieron entregar 426 vigas grandes de mora, 427 vigas chicas de pinabe y 604 vigas chicas de mora; por lo anterior se les reconoció un monto de 1048 pesos y dos reales.

Diez leguas separaban a la Concepción del Valle del Maíz de San Nicolás de los Montes, cada legua equivale a 4190 metros, por tanto eran más de 41 kilómetros los que tenían que recorrer cargando las pesadas vigas, entre lodazales y tempestades.

Imposible cumplir, fácil de cobrar, para mayo de 1778, Felipe Barragán exige se le pague la deuda contraída. Reconoce y acepta que los montesinos no tienen dinero, reconoce y acepta que llevar las vigas hasta allá esta más que imposible; entonces presiona por medio del Padre Galván, párroco de la feligresía de San Nicolás de los Montes, para que él haga entender a su gente que tienen que cumplir. Para ello propone Barragán que la deuda sea saldada con trabajo personal en un tanque de agua que desea construir y para el cual requiere un mínimo de 50 hombres; a más tardar en octubre del año en curso.

A cambio del trabajo se compromete a entregar recibo de la deuda por 850 pesos, mismos que el pueblo aún debe o en su defecto, entregarle los 850 pesos para que él pueda contratar quien haga la labor.

Esta actitud del benevolente Barragán no agradó ni a los pames alaquines ni a su ministro, pero lamentablemente no había nada que hacer, cuando el Padre Galván les lee la misiva indicándoles la postura del latifundista, ellos entristecidos solo agacharon la cabeza.

Por cierto, olvidaba mencionar que, el precio de la viga que llegara a medir de largo los 6.26 metros era de un peso.

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