viernes, enero 01, 2010

SAN NICOLÁS DE LOS MONTES: LA MISIÓN


El actual territorio perteneciente al municipio de Tamasopo, fue receptor de tres avanzadas misioneras que los Franciscanos efectuaron como parte de su proyecto evangelizador de la zona.

La primera se ubicó en Tampasquín y en La Palma la segunda, la que ahora nos ocupa, en San Nicolás de los Montes. En 1691, el padre Martín Herrán logra de las autoridades virreinales el financiamiento de una misión fija en esta población indígena, petición que le favorece por corto tiempo, ya que posteriormente el subsidio les fue retirado logrando con ello el abandono temporal de la presencia religiosa en San Nicolás.

Pero mientras eso ocurrió, San Nicolás de los Montes contaba con párroco propio quien les procuró el conocimiento religioso fundamental para su administración espiritual, de igual manera, el predicador fray Diego García defendió de abusos continuos que los pames sufrían a manos de pasajeros, pastores y personas mestizas que transitaban por el camino Real que unía a la Purísima Concepción del Valle del Maíz con Villa de los Valles, éste camino Real, pasaba por San Nicolás de los Montes y de ahí a la Hacienda del Buey; propiedad de los jesuitas californianos (hoy Damián Carmona), para posteriormente tocar el actual Micos.

A mediados del siglo XVIII reinicia la actitud evangelizadora de los misioneros ya que la población; de acuerdo a su visión, había caído en las garras del demonio, cobijando a todo aquél que huyendo de su lugar de origen encontraba en San Nicolás de los Montes el lugar ideal para vivir contra las leyes de dios y del hombre.

Decían los misioneros que, a falta de autoridades civiles y religiosas, los indígenas vivían a sus propias leyes y, tomando lo que les placía y como les placía. Por ello, era obligación su presencia para desterrar las prácticas de los naturales.

El aspecto más motivador que incitó a los Franciscanos de arraigarse en San Nicolás de los Montes fue la practica del incesto que los naturales efectuaban sin problema legal ni religioso alguno; actitud acostumbrada por la sociedad no evangelizada que sin remordimientos ni prejuicios morales practicaba el “monstruoso incesto” sin que nadie se opusiera.

Sobre este aspecto, solo es cuestión de revisar diariamente los periódicos de circulación regional para percatarse que el incesto se continúa practicando entre indígenas e igual que en lejanos tiempos; causan expectación morbosa y reprobatoria de la sociedad; aunque, a decir verdad, el acto en mención no tiene exclusividad étnica, social o económica.

El extraordinario escritor Deepak Chopra, en “La Paz es el camino”, describe a la negativa social con tendencia hacia esta práctica y su total prohibición como una estrategia de sobrevivencia, un aspecto que proliferó en el patriarcado para disminuir la competencia con las jóvenes generaciones y salvaguardar los bienes económicos que poseía el patriarca; las mujeres entre ello.

Esta practica fue común entre viejas familias adineradas que encontraban en el incesto la garantía de que sus bienes quedaran entre familia, así, de esa forma, arreglaban los matrimonios entre sus hijos y sus sobrinas; por mencionar.

Claro que, nuestros abnegados pames pues, ni dineros, ni riquezas, tierras, ni linaje real; entonces no había estrategia económica. Lo que sí persiste hasta los actuales días, es la abundancia en toda la región étnica del Ejido La Palma, el apellido “Castillo”; quizá fruto del fruto, del fruto que dio fruto, al fruto del fruto.

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“SOLICITUD de concesión para aprovechar en uso industrial las aguas del río Tamasopo, municipio del mismo nombre, S.L.P.   Al margen u...