viernes, enero 01, 2010

DECIR PAME ES DECIR "NO"


El grupo étnico que reside dentro del municipio de Tamasopo se autonombra Xi ´ úi, vocablo que indica su pertenencia a “ésta tierra”, a “los de aquí”, sin embargo, para el resto de la humanidad ellos se llaman Pames.

Los Pames representan el sector más vulnerable, más desprotegido, más carente en el sentido vulgar del desarrollo social, grupo étnico que en carne viva experimenta diariamente una desventajosa lucha por adquirir el mínimo de lo indispensable que le permita existir.

Luchan poco por reconstruir una identidad que han perdido en la senda histórica al lado del mestizo, del terrateniente, del hacendado, del franciscano; pionero en la destrucción de la cultura virgen, pionero de la aculturación occidental. Ellos, nuestros Pames, son el reflejo de su agreste y estéril relieve, son del sudor la humedad desprovista en sus abundantes pendientes, son la insistencia silenciosa, son sus rostros el reclamo de una sufrida revolución que no les ha cumplido, de muchos gobiernos insensibles que pierden la memoria; arrojándolos al inconsciente de sus cerebros.

De ellos, culturalmente poco se sabe, sus fiestas, tradiciones y costumbres son el ahora resultado de una pausada pero constante aculturación; primero religiosa, civil, moral, social, lingüística, etcétera, que han logrado suplantar la originalidad de su sociedad por una mal copia mestiza occidentalizada y capitalista.

Todo en ellos se ha modificado, desde las relaciones comerciales, las jerarquías de poder y gobierno, hasta su comportamiento que de vez en vez, les hacen arrojar destellos despectivos cuando fijan la mirada en “los otros”, los mestizos.

Al igual que los otros grupos indígenas mexicanos, nuestros Pames mantienen una idiosincrasia aferrada a lo suyo, tintes “machistas” en el seno familiar, los hombres fervientes adoradores los fines de semana del líquido placer embotellado y las mujeres conscientes de lo que Dios mande.

Total que, Dios sabe el porqué, de dueños a jornaleros, de amos y señores a simples peones, servidumbre al alcance de la mano del conquistador hispano, evangélico y ganadero. Quienes al entrar en contacto con ellos; alrededor de 1574, tienen dificultades para explotarlos adecuadamente, el indígena constantemente repite la palabra “pamie” para responder ante el burdo y golpeado léxico del poderoso, “pamie” para esto y lo otro, “pamie” para todo.

Entonces, este grupo social empezó a ser conocido como los “pamies”, que en su lengua materna significa “no”.

La palabra pame es para ellos, actualmente, un vocablo cargado con lo más despectivo que su imaginación le concibe, una palabra ofensiva para su gente, su sangre. Basta con escucharla para despertar en él los más enconados sentimientos sociales contra el sistema de gobierno, contra el “patrón”, contra quien tenga la osadía de ponérseles frente a frente y repetirles el título que sin consentimiento adquirieron hace algunas centenas de años atrás.

Se ignora en qué momento se pierde la “i” en su nuevo apelativo, pero qué más da; ellos al parecer están acostumbrados a perderlo todo, poco a poco, lentamente.

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