viernes, enero 01, 2010

HUGO BREHME WICK POR TAMASOPO


Hugo Brehme Wick, fotógrafo alemán que llega en 1905 a nuestro país, cargando un cúmulo de sueños que rápidamente se cristalizan ante la belleza natural que su lujosa cámara empezó a captar.

Brehme recorre el país en tren, por carretera, espera ansioso saber que cualesquier camino se ha abierto para inmediatamente salir en busca de nuevas panorámicas. Hugo Brehme llegó para quedarse, su mágica sensibilidad al enfocar una vista siempre ofreció resultados de una sorprendente calidad, sus trabajos se encuentran bajo resguardo; para la posteridad, a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia; y ha sido su obra declarada Memoria Regional del Mundo por la Organización de las Naciones Unidas para le Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Hugo Brehme registra gráficamente la América Latina, la América hispánica en su primera mitad del Siglo XX, capta un México rural aún, un país que a golpes, palos y trastazos revolucionarios se transforma lento, percibe en ese México una coloración rural que lo enamora, que lo atrapa.

Coincide su sensibilidad para percibir su México con la idea gubernamental posrevolucionaria de rescatar y difundir un concepto nacional que logre unificar a la población, una valoración costumbrista que pregone orgulloso la riqueza arquitectónica, natural, rural y prehispánica de un país que urge de la cristalización de instituciones.

Su valiosa aportación gráfica muestra el claro camino para que la cinematografía nacional logre su máxima expresión dorada.

El fotógrafo visita Tamasopo en las inmediaciones de la segunda decena del turbulento Siglo XX, de ello, manifiesta tres imágenes que fueron parte selectiva de su primer trabajo editorial “México Pintoresco” en 1923 y en el cual expresa:

“El autor de este libro, que durante muchos años de trabajo constante ha tenido oportunidad de admirar a la Nación Mexicana con sus paisajes pintorescos, sus interesantes tipos indígenas, sus joyas arqueológicas y las manifestaciones de la vida moderna, sintiéndose animado por estas impresiones inolvidables, considero como un deber dar a la publicidad de su colección de fotografías tomadas directamente del natural. A pesar de que ya existe una literatura abundante sobre México, el autor se atreve sin embargo, a publicar el presente libro para demostrar que en este país hay lugares de infinita belleza, muchos casi desconocidos que deben ser sacados del olvido en que viven, y agregando al mismo tiempo reproducciones del arte precolombino, para que sus lectores, en vez de consultar voluminosas obras descriptivas, puedan admirar fácilmente por las vistas tomadas con la cámara fotográfica, las innumerables cosas impresionantes que contiene el país”. (Brehme, 1923: 4)

En mencionada edición, Hugo Brehme muestra: 1) Cortadores de caña, esplendorosa vista en la que aparece una cuadrilla de trabajadores, de vestimenta de manta y sombreros anchos y copa alta, las cañas son cortadas sin quemar la paja y los niños se encargan de limpiarlas tomándolas de la gavilla, el día es sumamente nublado, 2) Cañón de Tamasopo, panorámica que muestra desde la sierra el tupido bosque con su accidentada orografía, indiscutible, tomada en las cercanías del Espinazo del Diablo y, 3) Jungla y río, sencilla toma en donde el paraje de río se engalana con robustos sauces y sabinos; como mágicos pincelazos, escasos otates. Aparece en el paisaje la solitaria figura; escasamente perceptible, de un hombre, como admirando el entorno.

Muy posiblemente, existan mucho más que tres tomas de Hugo Brehme, con temática Tamasopo; pero eso habrá que corroborarlo en la Ciudad de Pachuca, Hidalgo, residencia de la Fototeca Nacional.

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