lunes, junio 08, 2009

SOBRE SOBRENOMBRES AZUCAREROS


“Cuántas veces nos hemos puesto a reflexionar y casi asegurar que existen diferentes condiciones en las fabricas de azúcar, hablando de idiosincrasia, condiciones de trabajo y culturales, me permito afirmar que no es así, ya que aun cuando hay ingenios que su distancia entre uno y otro son de diez o quince minutos de diferencia prevalecen muchas cosas en común.

Inicié trabajando en el añorado Ingenio de Agua Buena, continuando en Alianza Popular y he tenido la fortuna de prestar mis servicios en siete ingenios mas en el interior de la República Mexicana ocupando un puesto que me ha permitido ver de cerca la existencia de costumbres arraigadas por generaciones en las fabricas, tales como el lenguaje de las señas, el compartir los alimentos de manera colectiva entre otros, pero la costumbre mas añeja y por la cual se conoce a la mayoría de la gente del pueblo es la de los apodos ya sea con nombre de animales o por alguna situación chusca, inclusive por el oficio propio del individuo.

Como un homenaje a todos aquellos que ya se fueron y para los que aún están entre nosotros, con un saludo afectuoso para sus familiares, me permito citar los nombres y apodos de los que llegan a mi mente.

Daniel Román (el pato), Miguel Román (el perro), Remigio Román Jr. (el abuelo), Tomás Díaz (el chango), Joaquín Lara (el quincho), Félix Segura (el cucho), Modesto Azúa (el loco), Arnulfo Mateos (el mocho), Benito Vega (la copaluda), Víctor Zamudio (el huitlacoche), Ramón Zavala (la panzona), David Ortiz (la marrana), Antonio Rendón (la borrega), Norberto Salas (la chita), Vicente Rivas (el chivo), Emilio Moreno (el zopilote), Joel Álvarez (la burra), Librado Torres (la liebre), Juan Cruz Martínez (el chorizo), Filemón de León (el burro), Agustín Aguilar (el sapo), J. Dolores Loredo (el gavilán), Aristeo Reyes (el mosco), Antonio Tovar (la chiva), J. Pilar Martínez (la pioja), Melquiades Enríquez (el lagañas), J. Guadalupe Zúñiga Barragán (el roñas), Eustacio Martínez (el prieto), Roberto Rodríguez Ledesma (el siete gorras), Faustino Luna (la peluda), Baldomero Netro (la bruja) , Irineo Pecina (la rata), Febronio Olvera (el caguengue) , Miguel Ángel García (la chicota) , Pedro Moreno (el ronco), Luis Ramírez Richard (el topo), Roberto Ortiz (el picho), Fernando Zamora (el pacholes), Bertín Montoya (el piri), Aurelio Sánchez (el tlacuache), Jerónimo Olvera (la loca), Saturnino Espinoza (el cachuris), entre otros.

Hay que resaltar que los apodos pasan de generación en generación y son atribuidos a esposas, hijos e hijas, yernos y demás congéneres”.

Las anteriores líneas son de la autoría de Carlos Cruz Castro, tamasopense radicado en la ciudad de Veracruz, y forman parte de un nutrido aporte que me ha obsequiado como contribución personal para su divulgación popular.

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