El 16 de febrero de 1946, desde la Presidencia Municipal se acuerdan cuotas para los vecinos de la Fracción de El Trigo y anexos, La Ceiba y Tamajinique, para contribuir para el sostenimiento de la Maestra de El Trigo:
“Antonio Calixto $3.00
Encarnación Calixto $2.00
Lucio Olvera $4.50
Liborio Campuzano $1.50
Cirilo Mejía $3.00
Santos Acuña $3.00
Félix Olvera $3.50
Domingo Acuña $3.00
Erasmo Vázquez $1.50
Ramón Acuña $2.50
Antonio Chávez $1.50
Nemesio Olvera $2.00
Celestino Olvera $1.50
Feliciano Hernández $1.50
Epigmenio Solís $1.50
Telésforo Ávila $1.50
Felipe Olvera $1.50
Constancio Montes $1.50
Genaro González $.75
Higinio Mendoza $1.50
Hilario Padrón $1.00
Teodoro López $1.50
Román Díaz $1.50
Juan Olvera $2.00
Antonio Verastegui $4.00
Juan González $3.00
Plutarco Vanegas $1.50
Erasmo Gutiérrez $1.50
Juan Almazán $.75
Feliciano Andrade $.75
Marcial Martínez $1.50
Valentín Solís 1.50
Cleofas Solís $1.50
Suma Total $67.25” [64.25]
Al parecer, la cuota mensual es de .75 centavos por alumno y, con un pequeño descuento al Padre de Familia con más de dos hijos en la Escuela; aunque la cantidad pareciese irrisoria, algunos señores se negaban a participar e incluso, mejor sacaban a sus niños de los estudios pues consideraban que esas dos pequeñas manos hacían más falta en el campo, ni que decir de las niñas.
Otras veces, la cuota, aunque mínima, se consideraba injusta pues incluía a jóvenes solteros, matrimonios sin hijos (raro y extraordinario en el medio rural) o unos más, o unos menos. Cierto, en ocasiones brotaba un inusitado altruismo que a título personal cubría esas pequeñeces financieras.
En fin, durante varias décadas así funcionaban nuestras Escuelas Rurales, con el sostenimiento directo de la comunidad; y de la Presidencia Municipal, buena vibra, felicitaciones, exhortos, regañadas y la buena intervención para su desenvolvimiento.
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