lunes, septiembre 29, 2008

GENERAL LÁZARO CÁRDENAS DEL RÍO


Considerado como el Presidente mexicano más popular, durante su gestión sexenal se consolidaron importantes postulados originados de la justa armada que el pueblo mexicano experimentó a principios del siglo pasado. Impulsor del “Ejido” como la acertada medida para fortalecer el sector campesino, Cárdenas fue el mandatario que más tierras expropió con ese fin; también, aglutina políticamente la acción originando con ello otro de los sectores pilares del naciente Partido de la Revolución Mexicana; ocho años más, PRI.
Al concluir su período gubernamental, continúa desempeñando algunas comisiones federales, durante el resto de su vida, nunca dejó de atender a su pueblo, figura de enorme influencia y que, solía efectuar giras por el interior de la República como respuesta a invitaciones personales y que solía aprovechar para incitar una lealtad política al partido político surgido de la Revolución Mexicana.
A insistencia afectiva de don Primitivo Contreras Ugalde, el 29 de junio de 1960, el General Cárdenas visita la comunidad de Damián Carmona, he aquí sus palabras:

“Amigos del ejido Damián Carmona: No cumpliría con una obligación moral que tengo hacia ustedes, si no les diera en estos momentos las gracias por haberme hecho el honor de invitarme a visitar vuestro ejido, a conocer los logros que habéis tenido, debido a vuestro esfuerzo.
Hemos escuchado, tanto de vuestro dirigente, el ciudadano diputado Primitivo Contreras, como del presidente del comisariado, el progreso que ha tenido este ejido. Qué diéramos porque todos los ejidos del país estuvieran en las mismas condiciones. Nos congratula no haber escuchado aquí quejas contra ninguna institución, sino al contrario, manifestaciones de agradecimiento por lo que ustedes han logrado, gracias al apoyo que habéis tenido de parte del gobierno de la Revolución y gracias también al esfuerzo constante de ustedes para hacer producir la tierra.
Tuvimos la satisfacción de oír en el ejido de Rascón y en el ejido del Chino a muchachas aquí presentes, hablar del ejido, del problema que tienen sus padres y hermanos, los campesinos; hablaron de las solicitudes de ampliación en tierras que, de acuerdo con la ley, son afectables. Nos congratulamos de que la mujer participe en forma tan decidida para que sea realidad la reforma agraria.
Hemos también oído con agrado cómo el gobierno local, el C. gobernador Martínez de la Vega, les ha expresado que se empeñará porque tengan la dotación de tierras que han venido solicitando.
Escuchamos aquí de parte de los jóvenes lo que pudo realizarse en el período 1934-1940. No fue una obra personal. Fue el programa señalado por los hombres de la Revolución, impreso en el plan sexenal, que incluyó el problema de la tierra, o sea la reforma agraria, y el cumplimiento de la ley del trabajo, para que las empresas cumplieran sus obligaciones con la parte más importante de su propia organización: los trabajadores.
Lo que pudo realizarse se hizo gracias al apoyo de la mayoría de la nación. El magisterio, los maestros rurales, fueron los principales colaboradores de la reforma agraria, y se atendió entonces hasta donde humanamente fue posible. No se afectaron todos los latifundios del país por no haber alcanzado el tiempo ni los recursos, pero quedó señalado en el Código Agrario el camino de lo que debía hacerse en cumplimiento de la ley, para satisfacer las necesidades de los pueblos.
Hoy ustedes han escuchado las distintas manifestaciones del C. presidente de la República y del G. gobernador del estado, y conociendo sus realizaciones afirmativas, debemos esperar se continúe sin tropiezo el programa agrario, intensivamente.
Los que tuvimos la responsabilidad del gobierno de la República y el cumplimiento del programa agrario de la Revolución hasta 1940, resolvimos algunos de los principales problemas que entonces se presentaron. En el siguiente período nuestro país se encontró con la guerra mundial, que distrajo la atención nacional respecto a los problemas internos, pero consideramos que de 1946 en adelante, en que han participado en el gobierno universitarios, hombres con más cultura y que se ha tenido mayor número de técnicos, y por fortuna sin caudillaje ya en nuestro país, hubieran podido resolverse con mayor facilidad los problemas del ejido y darle mejor organización.
Deseamos que la reforma agraria tenga siempre la atención que merece. Y no solamente por una obligación de carácter político-social, o por un simple sentimentalismo de cariño a la masa campesina; no, sino aun por la obligación de hacer producir más y mejor la tierra, tanto para justificar el reparto, como para beneficio de toda la nación.
Esperamos que los responsables de hoy, de mañana y de siempre, entiendan que no es suficiente con dar la tierra al campesino. El hombre y la tierra son sólo dos factores de los muchos que intervienen en la producción. Pero además, con la reforma agraria, no se ha tratado únicamente de producir, sino de elevar las condiciones de vida de la clase rural, garantizando el esfuerzo del campesino. ¿De qué le sirve que se le dé la tierra si él no participa de las utilidades del producto, al entregarlo al precio que quieran los acaparadores? Y esto por falta de un organismo nacional y eficiente que garantice el esfuerzo de la parte más débil, la gente del campo; organismo que a la vez fije los precios de los artículos que necesita consumir y que pueda obtenerlos con el producto de su trabajo.
Si ciertamente los responsables de hoy se han encontrado con más numerosos problemas, cuentan también con mayores recursos y actúan en un período que no registra problemas de carácter militar; tienen por delante un pueblo estoico que no ha perdido la fe en sí mismo y en el propio régimen de la Revolución.
Si hubo errores en períodos anteriores, y no se satisfacen ya las necesidades campesinas y no se llenan las demandas del consumo, tiempo y recursos hay para iniciar la reorganización del ejido y señalar el camino que mejor parezca de acuerdo con los adelantos técnicos que ofrece el momento actual.
El ejido Damián Carmona va hacia su organización integral, pero le falta aún completarse. Mantiene autonomía como comunidad ejidal, su directiva administra con conocimiento y responsabilidad sus obligaciones, cuenta con tierras de riego, crédito oficial y privado, industrializa ya parte de sus productos agrícolas, y se prepara para incrementar la ganadería en su ejido; tiene escuelas, corriente eléctrica, agua potable y construye caminos. Pero ejidos de la propia zona carecen de lo esencial, que ustedes ya lograron, y debe ser preocupación de ustedes mismos que todos los campesinos mejoren sus condiciones de vida.
Tenemos fundadas esperanzas en la juventud que se hizo representar en este micrófono. En que ella se preocupará por resolver mejor los problemas del país, porque estudia, porque tendrá más preparación, porque conoce y siente el problema rural, de la masa obrera y campesina, de las masas que producen. Tenemos esperanzas en estos jóvenes y también derecho a esperar cumplan con su obligación de servir lealmente al país. No se fijen en los cargos que les hacen de rebeldes sin causa. Eso no tiene importancia. Hay causas en el país que producen inquietud y que corresponde afrontar a la juventud; la injusticia, la miseria, la falta de escuelas y caminos en distintas regiones del país, principalmente donde radican núcleos indígenas. Hay regiones en las que existe población descalza y que no tiene lo indispensable para su subsistencia.
Ciertamente el pueblo de México, durante el régimen de la Revolución ha logrado progresar, pero como la población crece también aumentan los problemas y deben resolverse con el esfuerzo de todos.
Seguimos hablando del problema de la tierra. Si las administraciones pasadas, la presente y las que sigan, pertenecen al mismo régimen de la Revolución, están obligadas a atender los problemas creados dentro del propio régimen, poniendo la atención necesaria, ya que sería lesivo para el país dedicar interés sólo a las resoluciones de hoy y desentenderse de las anteriores.
Pertenecemos al régimen de la Revolución, y hoy como simples ciudadanos, seguimos interesados en los problemas de carácter social. No interferimos las funciones administrativas y políticas de las autoridades en turno, pero consideramos tener la obligación de actuar dentro de los lineamientos que señala la Constitución que rige la vida del país, hasta el último momento de nuestra vida. Ésta es nuestra obligación y así nos encontrarán siempre”.

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