jueves, junio 19, 2014

RENUNCIA ANTICIPADA.


El 31 de Diciembre de 1939, un día antes de que las nuevas autoridades municipales entren en funciones, el Sr. Guadalupe Zúñiga, Presidente entrante, recibe el siguiente comunicado:

“C. PRESIDENTE MUNICIPAL ENTRANTE
AGUA BUENA, S.L.P.

Por medio del presente y con toda atención presento ante usted mi formal renuncia al nombramiento de Tercer Vocal con que inmerecidamente se me aceptó en la planilla que se formó para el Ayuntamiento que usted presidirá.

Las razones que me impulsan a presentar ante usted mi renuncia, es la de que no me es posible asistir a las juntas y reuniones que haya necesidad de verificar, en virtud de regresar muy tarde de mis ocupaciones; además de la razón antes expuesta, existe la de que no me siento suficientemente capaz para desempeñar a conciencia mi labor como Regidor.

Quizá en alguna otra cosa que no me entorpezca en algo mis labores pueda yo ayudar al Ayuntamiento; pero mientras tanto quedo en espera de que sabrá usted pesar las razones que tengo para poner mi renuncia, y ésta sea aceptada sin ninguna dificultad.

De usted muy atentamente.

Apolinar Montoya”.

Entre ambas misivas, obviamente se encuentra la respuesta del señor Zúñiga al señor Montoya, aunque desconocemos dicho contenido, tomando las palabras de la segunda carta de Montoya, podemos deducir claramente su intención, así que, he aquí dicha segunda respuesta:

“C. Presidente Municipal.
Presente.-

Siguiendo el contenido de su atento Oficio No. 9 me permito muy atentamente manifestarle que la Constitución en su parte relativa dice: Que existe la obligación de desempeñar un puesto electoral cuando éste nace de la Elección Popular.- En cuanto a esto, y dada mi escasa capacidad quizás, creo que la elección no puede catalogarse como “popular” dada la circunstancia de que solamente una Planilla jugó en las elecciones, siendo por ésta circunstancia por la que no puede apreciarse en su justo valor la inclinación espontánea del pueblo.

Con referencia al tercer párrafo de su citado Oficio, en que me dice que mi incapacidad no se puede tomar en cuenta ya que usted se encuentra en el mismo caso, debo de decirle que, el hecho de que usted se considere incapaz no obliga a otro incapaz a que asuma responsabilidades para las que no estoy capacitado; ni tampoco por el hecho de su incapacidad según menciona en su Oficio, puede dejarse fuera de toda consideración la incapacidad mía.- Además, en el supuesto caso de que estuviera seguro de haber sido designado Regidor por la espontaneidad del pueblo, cosa ésta que es difícil comprobar por la razón asentada en mi primer párrafo, y que el pueblo hubiese puesto su confianza en mí, yo, debido a mi incapacidad y a mi completo conocimiento de mis atribuciones, renunciaría al puesto tan solo por no defraudar las esperanzas del pueblo que puso en mí su confianza.

Yo señor Presidente, quiero estar completamente libre a fin de atender mis escasísimos intereses, y para solicitarlo a usted, me baso en las razones que a usted muy atentamente me permití exponer en mi escrito anterior de fecha 31 de diciembre próximo pasado, y a la vez le manifiesto muy atentamente que no es por un puro capricho por lo que trato de eludir dar mi cooperación en ese sentido, porque no es así.- Creo que al resistirme a desempeñar un puesto para el que no estoy capacitado, no cometo ninguna falta sino que al contrario libro al pueblo de mi contingente el que posiblemente redundaría en perjuicio de la buena marcha de ese Ayuntamiento a su digno cargo.

Hay en la Constitución algunas obligaciones que se le imponen a los ciudadanos, obligaciones éstas para las que sí me creo capaz, pero las cuales asumiré en cuanto a Nación verdaderamente necesite de ello, pero mientras tanto creo que ninguna constitución veda la libertad a un ciudadano que gozando de ella no perjudica los intereses de nadie.

Por todo lo anteriormente expuesto, le suplico muy atentamente reconsiderar su resolución dada mediante su Oficio, y me conceda la aprobación de la renuncia que sometí a la alta consideración de usted, asegurándole que no por esto que solicito crea usted que le retire toda la cooperación que pudiera darle llegado el caso en que se hiciera necesaria alguna cosa de acuerdo con mi capacidad intelectual, la cual como ya dije a usted en mi anterior, es bastante reducida.

Doy a usted las gracias anticipadas por la reconsideración que espero hará de la presente, siéndome grato reiterar a usted las seguridades de mis atenciones y respetos.

Atentamente
Apolinar Montoya”. (Rúbrica).

Sorprende, un Regidor electo que se arrepiente después de la consulta popular, argumentando una “incapacidad intelectual”. Inusual, la exhibida que hace del Presidente Municipal Electo cuando éste, pretendiendo suavizar el visible enojo de Montoya, en pocas palabras, mordaz, hiriente, le aconseja pues, que si tan incapaz se siente pues renuncie.

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