miércoles, julio 16, 2008

ATOLE DE COROZO


El corozo es una planta que se encuentra desde México hasta Argentina; abundante en zonas tropicales, con características muy similares a la de la palma, aunque de menor tamaño y con innumerables espinas, llega alcanzar los 16 metros de altura. Su fruto consiste en un racimo de pequeñas esferas que en su interior contienen una fuerte coraza protegiendo una más pequeña masa circular; el auténtico fruto.
Se dice que el corozo más sabroso es aquél que ha sido anteriormente digerido por una res. Práctica común que los niños de antaño buscaran siempre, con ligeros movimientos de sus pies, el delicioso fruto entre los residuos vegetales que una res desecha.
Intentar llegar al fruto evitando el proceso de ayuda que nos brinda el ganado suele ser incómodo, algo desagradable; una experiencia al inicio divertida cuando la pequeña esfera no cede a los golpes para intentar abrirle, pareciese tener vida, brinca, se mueve, se resiste. Después tener que tomarla para abrirla y extraer el fruto, con las yemas de los dedos cubiertos del pegamento baboso amarillento, sustancia con buen sabor pero realmente molesta al permitir la adhesión de cualesquier material sobre nuestros deditos.
Existe un juego infantil prehispánico practicado por indígenas tabasqueños al que llaman “el juego del corozo”, en donde utilizan las pequeñas palmas que cubren el racimo de corozos, con ellas atrapan y hacen rodar una pelota elaborada con material natural.
Aquí, como parte de la gastronomía local, el atole de corozo es una bebida deliciosa y altamente nutritiva, de consumo rural, pierde poco a poco presencia, su preparación tan común hace 40 años pareciese que hoy en día, solo es parte de un pasado remoto.
La semilla, el corozo propiamente dicho, se tuesta ligeramente sobre el comal, posteriormente se amasa junto con maíz cocido en el metate o molino de mano hasta obtener una especie de compuesto uniforme el cual habrá de incorporar poco a poco sobre un recipiente con leche, sobre el fuego. Deberá remover continuamente el líquido hasta observar su desintegración, endulce solo con piloncillo.
El tono que tomará su atole es muy similar al de maíz de teja, de hecho el aspecto inicial de la masa al combinarse con el corozo adquiere una tonalidad engañadora, negrusca, sucia; nada de eso, el aspecto no tiene nada que ver con el resultado final.
Otra variante gastronómica con el corozo y la masa es, “tortear” gorditas de corozo, el procedimiento es el mismo que se usa para las tortillas.
A gusto personal, las gorditas pueden ser saladas o dulces, si opta por la segunda, procure utilizar piloncillo.
Dicen que la mejor gastronomía es la cocinada con fuego de leña, sobre madera muerta para este fin, se toma la que el medio ofrece. Un buen conocedor, sabe distinguir incluso el tipo de leña utilizada.

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