miércoles, julio 16, 2008

UNA DE CAMPAÑA POLÍTICA


Las campañas proselitistas durante los procesos electorales suelen ser coloridas, efusivas, nutridas y despilfarradoras.
Medio mundo va, medio mundo viene y claro que, algunos apenas van cuando el otro ya viene.
Cuando los actos son masivos o al menos así se pretende, la organización cubre la geografía más alejada para hacer venir a esa población y que engrose el cuerpo de los espectadores para poder impactar visualmente al rival.
Desde muy temprana hora, los comisionados transportadores arriban a su destino y llenan sus autos con libres ciudadanos que ignorando ideologías partidistas y postulados de progreso, solo reconocen que ese día, tendrán una dieta diferente.
Para ellos es un día de paseo familiar urbano, sin costo para su descocido bolsillo y con la magnífica oportunidad de llenar la panza, la bolsa y algo más.
Abordan el transporte papá, mamá y la prole, se sujetan a las cadenas o mecates atravesados en el área posterior del vehículo y no se desprenden hasta haber llegado al lugar del mitin. Los he observado y la verdad, son inteligentes.
Se mueven en grupo, uno cuida al otro, nunca lo pierde de vista. Inicia el acto y se hacen presentes para gritar, aplaudir y tornarse cómplices en las aseveraciones peyorativas que como mortales y envenenadas lanzas se proyectan contra la competencia electoral.
Han aprendido un comportamiento complaciente, encantador y conmovedor. En pleno acto suelen hacer declaraciones al mestizo que a su lado se encuentra manifestando: “éste es de los míos”, “me gusta pa´ que gane”, “pus aquí tamos, con el nuestro”.
Concluido el acto político se les informa el lugar en donde pueden recoger un sencillo refrigerio, la voz emisora aún no concluye el mensaje y aquellos ya se encuentran frente al personal que habrá de proporcionarles sus platos de comida y el refresco de cola. Si usted pone atención, detectará que una misma persona acude hasta tres ocasiones por el refrigerio y si no se les da, amenazan con votar en contra.
Llega la hora de partir, abordan su transporte y abandonan el pueblo en silencio, sin la algarabía que manifestaban minutos antes, sin los gritos de adhesión pero con el corazón contento.
En el recuento de los hechos, satisfechos por el poder de convocatoria, por lo nutrido del evento; entonces, buenos síntomas, buen camino, no importa el costo.
Llega otro día de acto masivo, en el mismo lugar, diferente partido político, iguales rostros asistentes serranos y la estrategia acostumbrada para con la pobre región de cientos de simpatizantes que deseosos de terapia democrática asisten, para gritar, aplaudir y esperar a que concluya el compromiso para poder disfrutar del merecido aperitivo.
Indudablemente un gran esfuerzo de los organizadores para que los visitantes queden satisfechos, y aún así, no falta quien exprese: “uta`, otra vez frijoles”.

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