PETICIÓN ANTI MALANDRÍN

“C. Presidente Municipal Villa de Tamasopo, S.L.P.

Los que suscribimos mayores de edad, jornaleros y vecinos del Tepeguajal, Sabinito de Acuñas, Sabinito de Orozcos, Alberca Municipio de Tamasopo, S.L.P. y de las fracciones vecinas del Municipio de Santa Catarina, ante usted, con todo respeto y como mejor proceda pasamos a exponer.
Que en el sabinito de Orozcos Municipio de su digno cargo se encuentra un individuo de pésimos antecedentes que responde al nombre de Isidro Ponce muy conocido por estos lugares porque por los años de 1920 a 1925 no se ocupaba de otros asuntos más que de la rapiña aprovechando las horas oportunas para adjudicarse de lo ajeno y buscando ocasiones de encontrar familias solas para burlarse de ellas. Éstos hechos y otros más que no recordamos actualmente para enumerarlos no puede ni podrá jamás desmentirlos el mencionado Ponce porque varias ocasiones estuvo preso en la cárcel de La Palma por el sinnúmero de abusos cometidos por este individuo y a hoy, que nuevamente merodea por estos rumbos cometiendo las mismas fechorías y amagando a hombres pacíficos que se ocupan únicamente de trabajar, suplicamos en nombre de su recta administración y en pro de nuestro Municipio sea retirado de éstos lugares el nefasto y por tantas veces referido Isidro Ponce, reclamamos que la paz de que se disfruta no admite hombres de ésta conducta.
Es justicia lo que esperamos.

Atentamente, un grupo de vecinos de Tepeguajal, Sabinito de Acuñas, Sabinito de Orozcos y Alberca, Fracciones vecinas del Municipio de Santa Catarina, Ojo de Agua y Rancho del Puente.
Protestamos nuestro respeto
Sufragio Efectivo No Reelección
Alberca, Octubre 4 de 1930.

Firman: Agustín Vázquez, Pablo Galero, Macario Orozco, José Torres, Lázaro Castro, Refugio Pecina, Ciriaco Orozco, Tranquilino Reyes, Hilario Ramírez, Ángel Rubio, Marcelino Villasana, José Rubio, Bonifacio Galván, Isabel Orozco, Erasmo Sabinas, Jerónimo Castillo, Ricardo Castillo, Macario Vega, Guillermo Vega, Francisco González, Fructuoso Vásquez, entre otros”.

Sirva este ejemplo para declarar que nuestros indígenas, habitantes al interior de la Sierra Gorda, son pacíficos y entienden perfectamente los conductos civiles ante quienes suelen acudir para resolver sus inquietudes o necesidades; aunque cuentan con autoridades tradicionales paralelas, éstas son abordadas solo para sus festividades o usos y costumbres. Otros grupos étnicos, quizás, se hubieran “hecho justicia en sus propias manos”, o resuelto el detallito con algunos centavitos pues dicen que fuego con fuego.

No solo en ese tiempo, aún en los años de la década de los cuarenta, en Agua Buena y Tamasopo, encontramos nombres, apelativos de personas que con el descaro a flor de piel subsisten al día, con sus lindas fechorías.