domingo, octubre 27, 2013

SUCEDIÓ EN “LA PARRA”


Septiembre 16 de 1964, a las diez horas con treinta minutos, al interior del Salón de Billares “La Parra”, ubicado en la esquina de las calles Hidalgo y Francisco Javier Mina, de ésta Cabecera Municipal, fue herido mortalmente Arturo Orozco Jiménez, en manos de Genaro Castillo Ramírez. Herido, abandonó con pie propio el local y se dirigió hacia el consultorio del Dr. Gabriel Compeán Martínez, pero éste no se encontraba, como desangraba abundantemente, cayó, quedando boca abajo con la cabeza hacia el oriente, los pies hacia el sur y ambos brazos extendidos en forma de cruz. Pablo Landaverde Olmos, cantinero de “La Parra”, da aviso al Comandante de Policía, quien con sus elementos levantan al herido para trasladarlo primero a la Comandancia, de ahí en forma presurosa a la Clínica del Seguro Social No. 12 en donde fue atendido por el Dr. Raúl Moctezuma Hernández quien, ya en compañía de Compeán Martínez deciden que el herido sea trasladado a la ciudad de San Luis Potosí para que pueda recibir transfusiones de sangre y atención especializada debido a lo severo del caso; así, a las 02:30, el lesionado es transportado en la ambulancia del IMSS rumbo a la Capital del Estado, muriendo en el trayecto.

El Comandante de Policía, Froilán Rodríguez Martínez, informa que “la lesión fue causada por la espalda, penetrante de tórax, atravesando de lado a lado con salida arriba de la tetilla izquierda por donde desangraba abundantemente; dando cuenta de igual manera, que el presunto responsable después de ofrecer resistencia a la Policía con la amenaza de que el que se le acercara lo ensartaba con el puñal que aún llevaba en la mano, fue detenido momentos después de haber cometido el delito”.

En su declaración, Pablo Landaverde Olmos, de 42 años de edad, casado, cantinero, si sabe leer, originario de Peña Miller, Querétaro, y Vecino de Tamasopo, dice tener como tres meses laborando en dicha negociación, y que ese día por ser 16 de septiembre y por las fiestas patrias el bar se encontraba demasiado concurrido y él, muy atareado, por tanto la información que proporciona pudiera ser no muy exacta; así lo manifestaba, pero que recuerda haber visto al hoy occiso, entrar al bar y dirigirse a la barra en donde pidió una cerveza y ahí mismo se la tomó, que se retiró de la barra como dos metros y se quedó observando al interior del bar, que en esos momentos vio que “entró un individuo para todos conocido por pendenciero y escandaloso de nombre Genaro Castillo Ramírez, quien en un momento en que tal vez ni el propio Arturo se dio cuenta, se le acercó y sin mediar palabras al parecer, sacó dentro de sus ropas un puñal con el que le tiró un golpe de frente pero que Arturo al pretender esquivarlo viró sobre su derecha cuya arma fue a clavársele en la espalda, traspasándole y saliéndole arriba de la tetilla del lado izquierdo, cuyo individuo tan pronto lesionó a su víctima y después de sacarle el puñal, emprendió la huida, no así el lesionado Arturo que al sentirse herido solo dio una media vuelta sobre su izquierda queriendo evitar con ello la pérdida de sangre…”, entonces él (Landaverde Olmos) se dirigió a la Comandancia a dar aviso y cuando regresaba vio que el herido salía del establecimiento quizás para dirigirse al consultorio del Doctor Compeán, agrega que pudo darse cuenta que el malhechor en su huida, llevaba el arma y la blandía para que nadie se interpusiera en su camino. A pregunta especial del Agente del Ministerio Público, José Díaz Parra, el declarante proporciona los nombres de Raymundo Ponce Reyes, J. Guadalupe del Castillo Hernández y Martín Montoya, como testigos de los hechos.

Los testigos anteriores no proporcionan gran información pues confiesan que se encontraban de espaldas, jugando dominó, y que solo vieron salir corriendo a Genaro Castillo con el arma en la mano y atrás de él, Leobardo Chavero, quien resultó cómplice de los hechos. El mismo Chavero Camacho, al rendir su declaración se dice ser íntimo amigo de Genaro y que se dio perfecta cuenta de los hechos, empero, sus contradicciones son enormes y altera la secuencia de tiempo para finalizar con que no vio a su amigo del alma hacer tal cosa, que recuerda que Arturo insultaba muy feo a José Hernández y que incluso, lo golpeaba con el sombrero y le daba puntapiés, ante ello Genaro intervino pidiendo que se aplacaran y mejor bebieran, que en ese momento Arturo se dobló como agarrándose el pecho y él (Leobardo) aprovechó y golpeó en la cara a Arturo, también le proporcionó un puntapié, y que cuando su amigo salió corriendo él lo siguió, que cruzaron la calle del Jardín y se escondieron en la calle Allende pero la policía y los Conscriptos del Servicio Militar les bloquearon los pasos, entonces, saliendo del escondite, Genaro con el puñal en la mano les decía “Yo lo chingué y aquí estoy, pero no dejen arrimarme a nadie”, así se pretendió conducirlo a la Comandancia pero su actitud desafiante complicaba todo, pues amenazaba a los policías de no acercarse, entonces interviene el señor Francisco Izaguirre Rico, Primer Alcalde Constitucional quien, con pistola en mano, doblega los ánimos del asesino para que se entregue. En su huida, el criminal lesionó ligeramente en el brazo derecho, a la altura de la axila, a la señora Herminia Hernández de Mariscal.

José Hernández Vázquez, 39 años de edad, no sabe leer, casado, jornalero, originario de Ahuacatlán de Guadalupe, Estado de Querétaro y vecino de Tamasopo, sobre los acontecimientos, declara, “que como a las diez y media de la noche del día 16 del presente mes, él llegó al salón de Billares y Cantina denominado “La Parra”, llegándose hasta la barra de dicho negocio para tomarse una cuba pero que allí en la barra se encontró con su amigo el hoy occiso Arturo Orozco Jiménez, con quien dice tiene bastante buena amistad por lo que aquél comenzó a jugar con él, pegándole primeramente con el sombrero y después haciendo el intento de que le iba a pegar con el pie; que en ese momento llegó al mismo lugar o mejor dicho se acercó porque se infiere que ya estaba ahí, un individuo de nombre Leobardo Chavero quien sin tener porqué, ni discutieron, se le acercó a Arturo y le pegó dos golpes en la cara con el puño de la mano derecha y un puntapié en la pierna derecha y que acto seguido también se acercó otro individuo de nombre Genaro Castillo Ramírez quien aprovechando que Leobardo Chavero llamó la atención del hoy lesionado, sacando de entre sus ropas un puñal se le juntó y por la espalda le hundió el puñal traspasándolo de lado a lado y tan pronto Genaro cometió su fechoría y sacó el puñal de la lesión emprendió la huida hacia la calle y tras de él, el mencionado Leobardo Chavero”.

El homicida no declaró, guardó silencio, mientras su padre intentaba por todos los medios “sacarlo del apuro”.

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