sábado, junio 07, 2008

EL PAN DE LOS PAMES


El Dioon edule es una típica planta conocida con el nombre vulgar de “chamal”. Sus características físicas denotan un erecto y grueso tallo del que se desprenden en la parte superior las hojas de tipo palmeras, puntiagudas y de un color verde encendido que lo han convertido últimamente en artículo de ornato para los jardines o áreas verdes.
La altura de su tallo llega a medir 1.5 metros, 90 centímetros de circunferencia; en promedio, sus ramas suelen medir más de un metro y se proyectan curvas hacia el suelo en donde las hojas puntiagudas parecieran formar una barrera incómoda que protege a la planta.
Custodiada por autoridades ecológicas, es considerada en peligro de extinción, su ilegal mercado es fuertemente sancionado. Su presencia es más notoria en la biosfera queretana, al interior de la Sierra Gorda.
De esta planta tóxica brota un fruto que provoca en el ganado que la ingiere una inicial debilidad en las extremidades y culmina con un paro respiratorio; es común que la gente mencione: se “enchamaló” para referirse a que el animal comió aquella planta. Situación que ha tornado a los ganaderos de la región con una intolerancia muy marcada para con el dioon edule; es decir, padecen “chamalafobia”.
La planta en verdad es bonita, atractiva, singular. Quizás algún día, los animales entiendan que veneno que no se ingiere no hace daño.
Este fruto fue utilizado por mucho tiempo por los pames como un alimento más de su especial dieta. Mediante un sencillo proceso de amasamiento con cal formaban una masa consistente y firme con la que elaboraban panecillos, estos panecillos duraban varias semanas y podían, por su tamaño, ser transportados con suma facilidad. La preparación de la masa conlleva una exacta combinación de calidra, misma que habrá de reducir las probabilidades de una intoxicación al ingerirlas.
El pan de los pames es una interesante línea gastronómica que culturalmente incorpora un elemento más al estudio de la étnia. No se trata de un platillo especial como el bolim, es un recurso alimenticio similar a las gorditas del mezquite elaboradas por algunos grupos del Altiplano e incluso, por pames alaquines.
Todas las culturas sedentarias basaron su dieta en un cereal, en Mesoamérica el maíz ocupó un sitio especial al ser considerado como regalo de dioses, sin embargo, para sectores semi nómadas o semi sedentarios; aunque no desconocían el maíz, éste no fue considerado como sustento alimenticio, era solo un fruto temporal que había que aprovechar, al igual que el chamal.
La tendencia gastronómica ha desaparecido casi por completo, las nuevas generaciones de pames desconocen la elaboración de las gorditas de chamal, incluso la mayoría de ellos no las han probado. Argumentan la escasez de la planta y las enormes distancias por recorrer para encontrarlas; entonces, por eso, “prefieren evitar la fatiga”.

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